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Volumen 12, Número 30, Mayo-Agosto 2019, pp. 23 - 34
I. INTRODUCCIÓN
La pobreza extrema o penuria es el estado más
grave de pobreza, cuando las personas no pueden
satisfacer varias de sus necesidades básicas para vivir,
como la disponibilidad de alimento, agua potable,
techo, sanidad, educación o acceso a la información.
Este estado de pobreza no depende exclusivamente del
nivel de ingresos, sino que también se tiene en cuenta
la disponibilidad y acceso a servicios básicos (FAO,
2015). En la actualidad se considera que 702 millones
de personas viven en condición de extrema pobreza en
el mundo, lo que representa el 9,6% de la población
mundial, según el Reporte de Monitoreo Global,
elaborado conjuntamente por el Banco Mundial y el
Fondo Monetario Internacional (2016).
La cuanticación de necesidades básicas
insatisfechas (NBI) es una medida que permite
apreciar aspectos de la pobreza que no son captados
adecuadamente por el método de los ingresos, el
cual tiene limitaciones en áreas con poblaciones
reducidas. Se enfoca en la búsqueda de la equidad en la
prestación de servicios sociales básicos, se incluyen los
requerimientos mínimos familiares para el consumo
privado en alimentación, vivienda, equipamientos,
dotaciones domésticas y los servicios esenciales de
disposición de elementos como agua sana, saneamiento
básico, salud, educación, cultura y transporte público
(Giménez y Valente, 2016).
La pobreza entendida como privación de
capacidades básicas comprende las situaciones donde
se carece de las potencialidades especícas para la
satisfacción de las necesidades básicas, en condiciones
sociales, institucionales y culturales particulares (Sen,
2000; 2001).
Uno de los aspectos más importantes del acceso
a los servicios públicos lo representa el servicio de
agua potable. A nivel mundial, alrededor del 80%
de las enfermedades infecciosas y parasitarias
gastrointestinales y una tercera parte de las defunciones
son causadas por el uso y consumo de agua insalubre
(Díaz, 2010); por otro lado, el agua potable contaminada
con materia fecal ha afectado a ciudades enteras
(Morais et al., 2016). Además, de haber promovido
epidemias ocasionales de enfermedades bacterianas
y virales causadas por agentes infecciosos como el
cólera, poliomielitis y otras enfermedades (Cohn et al.,
2002). Por vía gastrointestinal, contacto con la piel,
membranas y mucosas son transmitidas enfermedades
desde el agua, entre ellas Campylobacter ssp.,
Escherichia coli, Salmonella ssp., Shigella ssp., Vibrio
cholerae entre otros, así como también Yersinia spp.,
Adenovirus, Astrovirus, Enterovirus, respectivamente
(Barrios et al., 2009; OMS, 2008).
En países en vías de desarrollo las enfermedades
diarreicas agudas (EDA) son las más frecuentes, esto
porque, los desechos humanos se evacuan en letrinas
abiertas, canales y corrientes de agua, o se esparcen
en las tierras de labranza (Díaz, 2010). Se estima que
aproximadamente 502.000 muertes por EDA al año
son causadas por la deciente calidad del agua (Prüss
et al., 2014). A principios de los años noventa, por
ejemplo, las aguas residuales sin tratar, utilizadas para
riego de hortalizas, ocasionaron brotes de cólera en
Chile y Perú. La epidemia del cólera que se abatió sobre
Perú en 1991 y se extendió a casi toda Latinoamérica, es
un recordatorio de la velocidad con que se propagan las
enfermedades transmitidas por el agua (Díaz, 2010).
Las características físicas, químicas y biológicas
del agua permiten identicar rangos cuantitativos de
cada una de ellas y por sus múltiples ventajas admiten
establecer indicadores de calidad (Buss et al., 2015);
además, de incorporar características como simplicidad
metodológica y alta conabilidad (Baque-Mite et al.,
2016), lo cual permite determinar el indice de calidad
del agua (ICA) como una herramienta para evaluar
diferentes sistemas y comparar la calidad en diferentes
cuerpos de aguas, particularmente como en ríos en
diferentes estaciones de muestreo y/o lugares del país.
Como alternativa a la contaminación del agua
surgieron los procesos de puricación, más conocidos
como la potabilización, cuyo objetivo principal es
remover, de la manera más eciente posible, los
materiales considerados como dañinos a la salud
humana (Arboleda, 2000). En el aspecto legal, la
potabilidad del agua se determina en función de jar
una serie de compuestos y sustancias de referencia y
cumplir una cantidad establecida, considerada como
aceptable (Casero, 2007). La respuesta al problema fue
la potabilización del agua proveniente de una fuente
en particular, que debe fundamentarse en estudios de
calidad y pruebas de tratabilidad a nivel de laboratorio
para asegurar su efectividad (NOM 127, 2011).
La región costera de Ecuador, presenta dicultades