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Montalvo Cepeda. Hacia la construcción de una propuesta educativa situada en el territorio
conicto, conocimientos, prácticas y costumbres.
Estos lugares que dependiendo de su talla se los
denomina pueblos, ciudades -pequeñas, medianas y
grandes-, metrópolis o megalópolis, son fenómenos
multifacéticos que contienen potencialidades,
oportunidades, complejidades, interconexiones y
efectos sinérgicos entre ellas. (Barreto, 2000)
Al mismo tiempo, las ciudades no son
construcciones ajenas a las regiones, los países y
las transformaciones mundiales. En este sentido,
la implementación de modelos de desarrollo en
donde se privilegie el crecimiento económico, la
acumulación de capital, el consumo y la ganancia,
condicionan y determinan su desarrollo. Así, las
ciudades se redimensionan como centro de las
actividades humanas y como punto focal de procesos
políticos y económicos, convirtiéndose en centros
de gestión y de acumulación del capital, núcleos
de comando de una vasta red organizada en escala
nacional, regional y planetaria. (Barreto, 2000)
La ciudad, es una realidad histórico – geográca,
socio cultural y política, una concentración humana
y diversa, dotada de identidad o de pautas comunes
y con vocación de auto gobierno. (Borja, 2003). En
ese contexto, en los últimos años, desde la práctica
y las orientaciones políticas, económicas, históricas,
culturales, y otras que tienen injerencia sobre la vida
humana y que entienden el ambiente a partir de
su propia realidad y lo relacionan con el bienestar
y la calidad de vida; se reivindican, revitalizan y
enriquecen antiguas ideas, conocimientos, prácticas
y comportamientos positivos en materia ambiental.
Así entonces, de forma lenta pero sostenida,
se va construyendo una nueva visión y un nuevo
discurso integral, sistémico, dinámico, que pone
en evidencia la estrecha relación entre el ambiente
y el desarrollo, las diversidades y especicidades
culturales, étnicas, de género, sociales y políticas,
el cotidiano hacer, la biología humana, los estilos
de vida, la paz, la educación, la vivienda, la renta,
la justicia social, la equidad, la solidaridad entre
otros. La educación ha dejado de ser patrimonio de
la escuela para considerarse como una característica
de la existencia humana, ampliándose más allá de
la etapa y la institución escolar. (Longás, Civis, M.,
Riera, J., Fontanet, A., 2008)
En este marco, surge el tema de la promoción
del ambiente, que remite y pone énfasis en
los conocimientos, actitudes, prácticas y
comportamientos individuales y colectivos; que
sugieren la necesidad de articular lo ambiental con
la agenda educativa, política; y, en las intervenciones
económicas -internas y externas-; con esto, se
transforman las relaciones excluyentes, logrando
trabajar por la solidaridad y la equidad social; en
síntesis, se fortalece la necesidad histórica de que el
ambiente, se constituya en un derecho individual y
colectivo de mujeres y hombres. (UNESCO, 2017).
Estas nuevas visiones de ambiente, tienen
mayor o menor repercusión en las realidades
internacionales, nacionales y de las ciudades,
constituyéndose en variables perturbadoras en los
saberes (pensamiento y modelo de formación
de recursos humanos) y haceres (modelo de
intervención tradicionales).
Si bien, durante los últimos años se ha discutido
acerca de la preservación del ambiente y de lo que
su deterioro podría afectar; la mayoría de habitantes
en la Tierra lo ven como algo lejano en el tiempo
y de la vida cotidiana. “Cuidar el Ambiente”, se ha
convertido en una preocupación constante del ser
humano, sin embargo, no siempre esta preocupación
se ha plasmado en acciones concretas que favorezcan
la preservación del entorno. Es de conocimiento
general, que la naturaleza está llegando a sus límites
y que el uso desmedido de los recursos naturales,
ha puesto al ambiente en una situación de alerta.
Entonces, siendo éste un problema que afecta aquí y
ahora a los seres humanos, es necesario repensar la
naturaleza, no solo como proveedora sino como parte
constitutiva de la vida en la Tierra.
Exponer la problemática ambiental en el sistema
educativo, es necesario para desarrollar procesos
de educación territorial. Es clara la necesidad de
considerar al ambiente como una dimensión del
desarrollo local, tan importante, como la dimensión
económica, social y cultural; y, la cual, por su
transversalidad, debe ser integrada en el entretejido
de las diferentes dinámicas locales. Así, con la