Volumen 5, 009, julio a diciembre 2021. pp. 83 - 96.
Volumen 7, 013, julio a diciembre 2023. pp. 64 - 72.
https://doi.org/10.29076/issn.2602-8379vol7iss13.2023pp64-72p
REVISTA PSICOLOGÍA UNEMI
RELACIÓN ENTRE LAS CONDUCTAS ALIMENTARIAS PATOGICAS Y EL MALESTAR
PSICOLÓGICO EN BAILARINES INTERDISCIPLINARIOS
Agustina García-Arbona
1
, Analía Verónica Losada
2
, Francisco González-Insua
3
, María Agustina Aceiro
4
(Recibido en marzo 2022, aceptado en febrero 2023)
1
Lcda. en Psicología, adscrita al Centro de Investigaciones en Psicología y Psicopedagogía (CIPP UCA). ORCID:
https://orcid.org/0009-0000-3801-8431.
2
Dra. y
Posdoctora en Psicología
Profesora
titular
de
la
Universidad
Católica
Argentina
UCA,
ORCID:
https://orcid/0000-0003-0488-4651.
3
Lcdo.
en
Psicología
Becario
Centro de Investigaciones en
Psicología y Psicopedagogía (CIPP UCA CONICET).
ORCID:
https://orcid/0000-0002-7472-8286.
4
Lcda. en Psicología Becario
Centro de
Investigaciones en Psicología y Psicopedagogía (CIPP UCA CONICET)
ORCID:
https://orcid/0000-0001-
8393-8747.
agustinagarcia@uca.edu.ar;
analialosada@uca.edu.ar;
franciscoginsua@uca.edu.ar
maria_aceiro@uca.edu.ar
Resumen:
Es frecuente que los bailarines clásicos presenten alteraciones en la conducta alimentaria y que
esto puede estar relacionado con las características propias del ambiente dancístico. Esto, a su vez, conlleva un
malestar significativo. El presente estudio se propuso analizar la relación entre la conducta alimentaria patológica
y el malestar psicológico en bailarines interdisciplinarios en Buenos Aires. El diseño metodológico empleado fue
empírico cuantitativo, de alcance descriptivo-correlacional y de tipo transversal. La muestra estuvo compuesta por
198 bailarines interdisciplinarios entre 14 a 40 os. Los instrumentos administrados fueron el Cuestionario de
actitudes hacia la comida (EAT) y la Escala de Malestar Psicológico de Kessler (Kessler Psychological Distress
Scale, adaptación argentina). Las actitudes hacia la comida relacionadas a los síntomas e inquietudes características
de los trastornos alimentarios presentaron una baja presencia. Los niveles de malestar psicológico reportados fueron
altos. Por último, se observó que, a mayor cantidad de estas conductas alimentarias patológicas, mayor era el nivel
de malestar psicológico. La correlación entre ambas fue de intensidad media (r = ,418; p < ,000; n = 198). Se pone
en evidencia la importancia de monitorear la presencia de malestar o ideas sobrevaloradas con respecto al cuerpo o
la comida en estos sujetos con el fin de prevenir el desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria.
Palabras clave:
Conducta Alimentaria
Patológica,
Malestar
Psicológico,
Bailarines
Interdisciplinarios,
Danza.
RELATIONSHIP BETWEEN PATHOLOGICAL EATING BEHAVIORS AND PSYCHOLOGICAL
DISTRESS IN INTERDISCIPLINARY DANCERS
Abstract:
It is common for classical dancers to present alterations in eating behavior and this may be related to
the characteristics of the dance environment. This, in turn, leads to significant discomfort. The present study aimed
to analyze the relationship between pathological eating behaviors and psychological distress in interdisciplinary
dancers in Buenos Aires. The methodological design used was quantitative empirical, descriptive-correlational
and cross-sectional. The sample was composed of 198 interdisciplinary dancers between 14 and 40 years old.
The instruments administered were the Eating Attitudes Test (EAT) and the Kessler Psychological Distress Scale
(Argentine adaptation). Attitudes towards food related to symptoms and concerns characteristic of eating disorders
were low, while psychological distress levels were high. Finally, it was observed that the greater the number of these
pathological eating behaviors, the higher the level of psychological distress. The correlation between both was of
medium intensity (r = .418; p < .000; n = 198). This highlights the importance of monitoring the presence of distress
or overvalued ideas regarding the body or food in these subjects in order to prevent the development of an eating
behavior disorder.
Keyword:
Pathological Eating Behavior, Psychological Distress, Interdisciplinary Dancers, Dance.
Agustina García-Arbona, relacn entre las conductas alimentarias
INTRODUCCIÓN
El estudio de los Trastornos de Conducta
Alimentaria (TCA) (APA, 2013) ha sido un tema
abordado en diversas investigaciones a lo largo del
tiempo y en diferentes contextos (Losada y Lupis,
2018; Leonardelli et al., 2016; Luque et al., 2013;
Monterrosa Castro et al., 2020; Peinado et al., 2017;
Rodríguez Dávila y Soto González, 2017; Rutsztein
et al., 2014; Scappatura et al., 2017). Aun así, no son
muchos los trabajos que
analizan
estos
trastornos
en el ambiente dancístico (Anastasiadou
et
al.,
2013;
De los Santos et al., 2016; González et al., 2015;
Guzmán et al., 2014), que se caracteriza por
una
gran exposición del cuerpo, excesiva cantidad de
espejos y
por
la
uniformidad
de
vestimenta
requerida
y obligatoria que deben portar los bailarines
(Santoncini, 2013).
Esto, acompañado de la búsqueda por una imagen
hegemónica y representativa socialmente, puede
desencadenar en un acercamiento a bitos dañinos
para la propia persona (García-Dantas et
al.,
2014). Estas disciplinas, al igual que los deportes
estéticos, premian la delgadez
y
el
rendimiento
en ellas y se ve favorecido por el poco peso. Así,
es frecuente la presencia de hábitos alimenticios
patológicos o bien trastornos propiamente dichos
como la anorexia o la bulimia nerviosa (Jiménez y
Yanela, 2014). Conductas tales como uso o abuso
de laxantes, presencia de vómitos, imagen corporal
con tendencia a la delgadez, restricción alimentaria,
comer a
escondidas
y
presión
social
distinguida
al aumentar de peso son indicadores de hábitos
alimenticios patológicos (Garner y Garfinkel, 1979).
El comportamiento patológico con relación a la
alimentación se presenta como alteraciones de la
ingesta alimentaria y
una
obsesión
por
el
control
de peso, acompañado de una distorsión de la
percepción de la
imagen
corporal
(Castejón
Martínez
et al., 2016; Cuquejo et al., 2017). Se ponen en
práctica voluntariamente diferentes medidas para
conseguir la pérdida de peso deseada, como una
dieta restrictiva muy estricta y conductas purgativas
como vómitos
autoinducidos,
abuso
de
laxantes,
uso de diuréticos y enemas. A su vez, pueden darse
episodios recurrentes de atracones tal como la
ingesta voraz incontrolada, en los cuales se ingiere
una gran cantidad de alimento en un corto espacio
del tiempo, generalmente en secreto, seguidos de
conductas compensatorias inapropiadas (Baldares,
2013). Todas estas manifestaciones que no
cumplen
con los criterios diagnósticos de los trastornos
alimenticios, aunque son características y pueden
llevar a estos, son definidas como conductas
alimentarias patológicas (Alcaraz, 2011). Se conoce
que las CAP pueden conllevar a alteraciones
anímicas como un “bajón” en el estado del ánimo,
intolerancia, irritabilidad, cambios
abruptos
de
humor,
apatía,
hipocondría,
aislamiento,
entre
otros
(Jiménez
y
Yanela,
2014).
Los
individuos
que presentan estas conductas suelen tener ideas
sobrevaloradas y podrían presentar distorsiones
cognitivas en cuanto a su cuerpo o a la realidad
ligadas a múltiples afecciones con lo cual conduce
a una aprehensión del exterior más sufriente, rígida
y disfuncional
(Losada,
2020).
La
asociación
que
se presenta frente al pensamiento-acción, hacia las
distorsiones cognitivas alimentarias
representa
que
el acontecimiento de ponerse a pensar una actividad
alimenticia
acarrea
consecuencias.
Por
la
razón de
suponer que tras la ingesta de alimentos habría un
resultado negativo, se genera una condición
censuradora para el individuo y lo vivencia con
culpa (Jauregui-Lobera y Prieto, 2012). A su vez,
estos comportamientos patológicos pueden incitar
alteraciones en el funcionamiento social (Baldares,
2013; Berengüí et al., 2016).
Los
bailarines
se
caracterizan
por
un
bajo
peso y porcentaje de grasa corporal y una gran
preocupación por su alimentación. Siendo tan
importante el cuerpo en el ámbito de la danza, se
podrían
generar
alteraciones
en
la
percepción
de la figura corporal por parte de los bailarines si
sienten que
no
alcanzan
estos
estándares
o
bien
si perciben que no son capaces de hacer frente a
las demandas de la actividad, por tanto, pueden
considerarse población de riesgo para sufrir TCA
(Barbosa Cardona y Murcia Peña,
2012;
Perez
et
al., 2015). Por supuesto, estas percepciones de
competencia o capacidad de los propios bailarines
afectan su bienestar, expresado a través de las
alteraciones anímicas antes mencionadas (Alonso
65
Volumen 7, 013, julio a diciembre 2023. pp. 64 - 72.
et al., 2013; Fernández, 2019; González et al.,
2015; Guzn et al., 2014; Pilco-Ushiña y Larzabal-
Fernández, 2022). Las investigaciones en esta
población se han desarrollado en el ambiente de la
danza clásica y en países europeos mayormente:
España (Anastasiadou
et
al.,
2013;
García-Dantas
et al., 2014; González et al., 2015; Guzmán et al.,
2014; Perez et al., 2015), Italia (Gutiérrez, 2017;
Ravaldi et al., 2006), Croacia (Zoletic´ y Durakovic´-
Belko, 2009), Grecia (Pollatou et al., 2010);
Inglaterra
(Swami
y
Harris,
2012)
y Alemania
(Bettle
et al., 2001), entre otros. Los resultados de estos
trabajos destacan que esta población sufre una gran
insatisfacción con su cuerpo (estatura, cabello, ojos,
dientes, rax o rubor). Además, presentan riesgo de
mala nutrición, signos de perfeccionismo neurótico
acompañado de preocupación por su cuerpo y baja
autoestima.
Estudios realizados en el contexto argentino
identificaron que
las
estudiantes
con
especialización
en la danza en comparación con aquellas que no
tienen dicha especialidad presentaron un
mayor
riesgo en desarrollar conducta alimentaria patológica
(Bautista Castaño & Serra Majem, 2015; Gutiérrez,
2017; Rutsztein et al., 2010). Otro estudio en este
contexto afirma que la presencia de la distorsión de
la imagen corporal en
bailarinas
de
danza
clásica
es alta y que un 58.3 % de presentó conducta
alimentaria
de
riesgo
(Gutiérrez,
2017;
Paredes
et al., 2011). No se han identificado trabajos que
hayan estudiado estas variables
en
bailarines
que
no sean del ámbito clásico, como lo pueden ser los
bailarines interdisciplinarios. Éstos se
caracterizan
por estar instruidos en más de una de las siguientes
disciplinas: Danza Española y
Flamenca,
Tap
Dance
(ex Zapateo Americano), Jazz Contemporáneo, Jazz
(Theater, Lyrical, Modern, Fosse), Hip Hop, Ritmos
Urbanos, Axe, Bellydance, Bollywood,
Tango,
Folklore,
Salsa
y
Ballroom. A pesar
de
asentarse
en
el modelo
tradicional
renacentista
de
aprendizaje
del arte, tienden hacia la especialización por estilos,
mientras que la realidad
profesional
globalizada
exige cada vez bailarines s versátiles y adaptables
(Rojo, 2020).
En conclusión, la literatura sostiene que es frecuente
que los bailarines clásicos demuestren sintomatología
relacionada con problemas en la conducta
alimentaria y que esto puede estar relacionado con
las características propias del ambiente
dancístico.
Sin embargo, no se encuentran trabajos que estudien
estas variables en bailarines
interdisciplinarios
que
no sean del ámbito clásico. Asimismo, no se han
encontrado estudios que analicen la relación de esta
variable con el malestar psicológico, entendido, no
como una patología psiquiátrica en mismo, sino
como un conjunto de síntomas relacionados con la
ansiedad y depresión que alteran el funcionamiento
normal de las personas, sabiendo que es frecuente
que se presenten alteraciones anímicas junto con
estas conductas
patológicas.
En
función
de
ello,
la presente investigación se propuso analizar las
conductas alimentarias patológicas tales como la
evitación o restricción de alimentos en bailarines
interdisciplinarios
de
Buenos Aires
y
su
relación
con
el malestar psicológico. Además, se describirán los
niveles de malestar psicológico a fin de compararlo
con los niveles reportados por la población general
argentina, un 23,8 % en 2020 (Rodríguez Espínola,
2021). También se reportarán los niveles de
conductas alimentarias patológicas para
compararlos
con los encontrados por otros autores en bailarines
de danza clásica. Los resultados de este trabajo
buscan visibilizar este problema en
una
muestra
poco estudiada hasta el momento con la intención de
que se utilicen para poder mejorar la calidad de vida
de estos sujetos (Lacruz, 2016; Ochoa et al., 2013).
MÉTODO
Participantes
La selección de la
muestra
fue
por
voluntarios,
no probabilista e intencional. La muestra estuvo
compuesta por 198 bailarines interdisciplinarios,
residentes del Área Metropolitana de Buenos Aires
(AMBA). La edad de los sujetos fue de 14 a 40 años
(M = 22,3; DE = 4,9) y en cuanto al sexo, un 90,4 %
(n = 179) fueron mujeres y el 9,6 % (n = 19) restante,
hombres.
Instrumentos
Cuestionario de actitudes hacia la
comida (EAT)
Su nombre original es Eating Attitudes Test (EAT) y
Agustina García-Arbona, relacn entre las conductas alimentarias
ha sido diseñado por Garner y Garfinkel (1979). El
EAT-40 ha sido validado en mujeres mexicanas por
Álvarez, Vázquez, Mancilla y Gómez en el o 2002,
sugiriendo un punto de corte de más de 28 puntos.
Tiene como objetivo identificar síntomas e inquietudes
características de los trastornos alimentarios en
muestras no clínicas. Puede considerarse como un
instrumento diseñado para apreciar un conjunto de
actitudes y conductas relacionadas con la anorexia
y la bulimia nerviosa. El Cuestionario de Actitudes
hacia la Comida contiene 26 reactivos (EAT-26). El
cuestionario se valora mediante una
escala
Likert,
las respuestas alternan seis opciones, que circulan
desde nunca a siempre (Garner
&
Garfinkel,
1979). Los
ítems
del
Cuestionario
de Actitudes
hacia
la Comida pueden agruparse en tres subescalas:
Dieta y preocupación por la comida, Presión social
percibida y malestar con la alimentación y por último
trastornos
psicobiológicos.
Su
puntuación
va
de
0
a 78 puntos y el punto de corte es 26. El alfa de
Cronbach obtenido en la presente muestra fue de
,83.
Escala de Malestar psicológico de
Kessler
Escala de Malestar Psicológico de Kessler (Kessler
Psychological Distress Scale, adaptación argentina
realizada por Brenlla & Aranguren, 2010). Se utilizará
para evaluar el nivel de malestar psicológico. La
KPDS-10 (por sus siglas en inglés) es una versión
abreviada que cuenta con 10 ítems que miden un
conjunto de síntomas relacionados con depresión
(e.g., ¿Usted se sintió deprimido en el último mes?) y
ansiedad (e.g., ¿Usted se ha sentido tan nervioso/a
que nada podía calmarlo/a en el último mes?), como
desesperanza, tristeza, nerviosismo y cansancio. El
entrevistado debe responder a cada ítem teniendo en
cuenta cómo se sint en el último mes. El continuo
de respuestas es tipo Likert de cinco puntos:
5 =
todo el tiempo, 4 = la mayor parte del tiempo, 3 =
a veces, 2 = pocas veces y 1 = nunca. El alfa de
y adolescentes para obtener
el
consentimiento
de
los padres o adultos a cargo de
los
adolescentes
para participar en la
investigación.
Se
les
aclaró
que la encuesta sería anónima, informando a los
participantes sobre la privacidad y el carácter
voluntario de su participación, de modo que puedan
responder de forma genuina ya que sus datos no se
darán a conocer.
Análisis de datos
Se efectuaron análisis descriptivos
para
las
variables
de Conductas Alimentarias Patológicas y Malestar
Psicológico,
reportando
medias
y
porcentajes
según sea el caso. Para explorar la relación entre
los
niveles
de
Conductas
Alimentarias
Patológicas
y Malestar Psicológico se utilizó el estadístico r de
Pearson. Estos análisis se llevaron a cabo con el
paquete estadístico SPSS v.25.
RESULTADOS
Descriptivos
Al explorar las actitudes hacia la comida
en
relación a la presencia de síntomas e inquietudes
características de los trastornos alimentarios, se
encontró una media de 9,49 (DE = 10,54; Mínimo =
0; Máximo = 63).
Considerando el puntaje de corte,
se identificó un 6,1 % (n = 12) de los sujetos con
riesgo de padecer algún trastorno de la conducta
alimentaria.
Por otro lado, el análisis de los niveles de malestar
psicológico en los participantes
most
una
media
de 27,14 (DE = 7,68; Mínimo = 11; ximo = 48).
Al clasificar los sujetos en individuos con y sin
malestar según el puntaje de corte de la escala (24),
se halló que un 38,4 % (n = 76) no tiene malestar,
mientras que el 61,6 % (n = 122) sufre de malestar
psicológico.
Tabla 1. Porcentajes, medias y desvíos de los
niveles de malestar psicológico
N Porcentaje M (DE)
Cronbach obtenido en el presente estudio fue de ,89.
Procedimiento
El presente
estudio
tuvo
un
diseño
empírico
Con Malestar
Psicológico
Sin Malestar
Psicológico
122 61,6 %
76 38,4 %
de alcance descriptivo, correlacional y de tipo
transversal. Se procedió a contactar a los adultos
Total 198 27,14 (4,9)
67
Volumen 7, 013, julio a diciembre 2023. pp. 64 - 72.
Relación entre actitudes hacia la comida
y malestar psicológico
Se analizó la relación entre la presencia de síntomas
e inquietudes características de los trastornos
alimentarios con los niveles de malestar psicológico
y se encont una relación positiva y de intensidad
media estadísticamente significativa entre ambos (r
= ,418; p < ,000; n = 198).
DISCUSIÓN
En primer lugar, con respecto a la presencia de
CAP en bailarines interdisciplinarios,
se
identificó
una baja presencia de actitudes hacia la comida
relacionadas a la presencia de síntomas e inquietudes
característicos de los trastornos alimentarios. En
contraste con lo propuesto por la literatura, donde se
afirma que esta población, producto de la importancia
otorgada a la figura corporal y las demandas físicas
similares a las de un deporte altamente competitivo,
son sujetos en
riesgo
de sufrir TCA (Anastasiadou
et
al., 2013; Perez et al., 2015).
Si bien la presencia de estas conductas patológicas
fue baja, se identificó que un 6 % de la muestra está
en riesgo de padecer algún trastorno de la conducta
alimentaria. Estos sujetos probablemente presenten
ideas sobrevaloradas acerca del cuerpo y la comida
y una distorsión en la concepción de lo que es un
peso
o
cuerpo
perfecto,
pudiendo
así
alterarse
su funcionamiento social (Baldares, 2013). Si los
resultados se comparan con otras investigaciones
realizadas en bailarines de ballet específicamente,
podría sostenerse que se ha identificado un menor
número de CAP que en dicha población, como lo
reportan diferentes estudios en otros contextos
(Anastasiadou et al., 2013; González et al., 2015;
Gutiérrez, 2017; Guzn et al., 2014; Perez et al.,
2015; Ravaldi et al., 2006; Zoletic´y Durakovic´-Belko,
2009). Estos trabajos demuestran que la población
de bailarines de ballet suele presentar conductas
alimentarias patológicas con alta frecuencia,
inclusive se ha llegado a identificar que un 58 %
de los bailarines entrevistados presenta conductas
alimentarias patológicas
(Gutiérrez,
2017;
Paredes
et al., 2011). La investigación aquí presente anali
estas conductas en bailarines
interdisciplinarios
que,
hoy en día, están siendo exigidos por la realidad
globalizada del
arte
forzándolos
a
la
especialización
en diferentes estilos (Rojo, 2020). Quizás se debe
atender a que estas exigencias no conlleven a las
exigencias psicológicas
propias
del
ambiente
de
la danza clásica para hacer un intento de prevenir
un posible aumento de conductas
patológicas
en
este tipo de
bailarines.
Por
supuesto,
las
CAP
no presentan un trastorno en mismo, pero
identifican que la persona se encuentra en riesgo de
desarrollar conductas restrictivas propias
de
los TAC
que pueden poner en riesgo la vida del sujeto, por
tanto, es importante visibilizar este tipo de conductas
para prevenir el devenir de hábitos más peligrosos
para la salud (Ochoa et al., 2013).
Por otro lado, los resultados
hallados
demuestran
que esta población tiene altos niveles de malestar.
En comparación con la población general argentina,
que reportan un 23 % de sujetos con malestar
psicológico (Rodríguez Espínola, 2021), la
muestra
de bailarines estudiada presentó el triple de sujetos
que pueden considerarse en riesgo de padecer
malestar psicológico. Si bien no se
ha
indagado
sobre la causa de este malestar, se conoce que en
el ámbito de la
danza
existen
diferentes
factores
que
exigen
psicológicamente
a
esta
población:
los estándares
del
modelo
estético
corporal,
la
gran cantidad de horas de entrenamiento, posible
insatisfacción corporal, presión social, relación con el
docente, precepciones de ineficacia, ideas familiares
acerca de la exigencia y estándares sociales, entre
otras (Jiménez y Yanela, 2014; Pérez et al., 2015).
Estas exigencias pueden afectar el bienestar de los
bailarines haciendo que estos reporten alteraciones
anímicas como un “bajón” en el estado del ánimo,
intolerancia, irritabilidad, cambios
abruptos
de
humor, apatía, hipocondría, aislamiento, entre otros
(Gutiérrez, 2017; Paredes et al., 2011). En caso de
que así lo fuera, será importante identificar estos
factores de riesgo que puedan estar generando
malestar psicológico en términos de ansiedad y
depresión para poder modificarlos y a contribuir a
la salud mental de la población.
Por último, se identificó una relación positiva de
intensidad media entre la presencia de conductas
Agustina García-Arbona, relacn entre las conductas alimentarias
alimentarias patológicas y los niveles de malestar
psicológico. Es decir, frente a la
presencia
de
CAP, se observan mayores niveles de malestar
psicológico, conclusión que coincide con hallazgos
previos en otros contextos (Gutiérrez, 2017). La
literatura sostiene que las interpretaciones errantes
de la realidad propias de estos individuos se
entienden como como una distorsión cognitiva y se
encuentran
ligadas
a
múltiples
afecciones
que
llevan
a una aprehensión del exterior más sufriente, rígida
y disfuncional que genera malestar (Losada, 2020).
Como se ha mencionado, los sujetos demostraron
tener altos niveles de malestar psicológico y, además,
aquellos sujetos que presentan mayor malestar
también presentan mayor nivel de conductas
alimentarias patológicas. Esto
pone
en
evidencia
la importancia de abordar estos aspectos en la
población de bailarines. Si bien no se puede afirmar
una relación de causalidad entre ambas variables, la
intensidad de la relación entre estas propone que se
les preste especial atención.
CONCLUSIÓN
En conclusión, los bailarines interdisciplinarios
mostraron un menor nivel de CAP que lo hallado por
otros autores en muestras de bailarines de ballet
clásico. De todas formas, estos sujetos reportaron
altos niveles de malestar psicológico, casi el triple de
lo reportado por la población general en argentina.
Además, aquellos sujetos que presentaron altos
niveles de malestar también presentaron mayor
cantidad de conductas alimentarias patológicas. De
esta manera se pone
en
evidencia
la
importancia
de monitorear la presencia de malestar o ideas
sobrevaloradas con respecto al cuerpo o la comida
en estos sujetos con el fin de prevenir el desarrollo
de un trastorno de la conducta alimentaria.
Futuras líneas de investigación podrían estar
dirigidas a continuar recolectando datos de esta
población de bailarines interdisciplinarios
que
ha
sido poco estudiada para intentar descifrar las
causas de estos niveles de malestar reportados.
También podrían realizarse estudios comparativos
entre diferentes escuelas de danza para identificar
si los aspectos sociales o culturales de cada uno de
los ámbitos tienen peso en el desarrollo de malestar
o hábitos poco saludables para el sujeto. Se sugiere
indagar acerca
de
posibles
variables
mediadoras
en la relación entre el malestar y las CAP, como
la personalidad o forma de liderazgo del docente
instructor, percepciones de
autoeficacia,
ideas
acerca de los estándares de belleza, entre otros.
Las limitaciones del trabajo se asocian al número de
bailarines del género masculino que se ha podido
obtener, dado que la población de bailarinas
es
mayor que la de bailarines. Otra de las limitaciones
podría estar relacionada con la ausencia de medición
y control de posibles variables extrañas que pudieran
estar mediando o moderando la relación entre
las
CAP y los niveles de malestar psicológico, ya que no
se contro el nivel socioeconómico o educativo o los
niveles de profesionalismo en la danza de cada uno
de los sujetos.
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