Nicolás Campodónico, consideraciones sobre la problemática
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INTRODUCCIÓN
Delimitación del objeto de estudio
En el ser humano el lazo social implica un
determinado uso del lenguaje que permite resolver
un problema que se plantea a cada uno desde el
inicio. Este problema alude a la pregunta de cómo
alojar su singularidad en lo común. Se puede
reconocer que esta cuestión se bifurca en dos
aspectos: cómo alojarla, por un lado, sin sacrificarla
a los otros (bajo el pretexto de hacerse desear,
aceptar, amar, ser discreto, entre otros) y, por el otro
lado, sin que el colectivo estalle en pedazos ante
la roca de las singularidades, es decir, cada cual,
según su deseo, su voluntad, su goce, su libertad,
sus opiniones. Este doble problema se plantea a
cada uno, sin excepción, y la respuesta singular
sirve frecuentemente de apoyo a los otros, a la vez
que se elabora teniendo en cuenta la de los otros.
No hay una respuesta que valga para todos (Sauret,
2010).
Por su parte, Millas, (2014) plantea la cuestión del
lazo en términos de la pregunta y afirma que hay
que preguntar qué es hacer lazo y si es equivalente
a participar de una realidad compartida. Porque uno
puede pensar que hacer lazo, desde una perspectiva
fenoménica, es establecer relaciones con personas,
compartir intereses con otros, y que, si en cambio
se trata de alguien solitario, no hay lazo. Este es el
sentido común del término, pero en el psicoanálisis
nos referimos a otra cosa.
Con relación al presente tema, se retoma la referencia
de Lacan (1969-70) cuando define al discurso del
siguiente modo: “[…] el discurso [es] una estructura
necesaria que excede con mucho a la palabra [y que]
subsiste en ciertas relaciones fundamentales. Estas,
literalmente, no pueden mantenerse sin el lenguaje”
(1969-1970, pp. 10-11). Se sabe que Lacan (1969-
1970) presenta cuatro formas de discurso: el
del amo, el universitario, el de la histeria y el del
analista, en donde en cada uno se encuentran sus
cuatro lugares: el agente, el Otro, la verdad y el
producto. Además de reconocer que en cada uno
de ellos hay vectores que señalan relaciones, y una
lógica de rotación donde el discurso del analista es
el revés del discurso del amo, al cual equipara con el
discurso del inconsciente.
En la clase sobre discurso universitario del Seminario
XVII, Lacan (1969-70) menciona que es con este
discurso, con el que la psicosis presenta cierto grado
de coincidencia, basada en el saber en el lugar del
agente, donde el psicótico se ubica. Lacan también
destaca que el dicho esquizofrénico se caracteriza
por no contar “con el auxilio de ningún discurso
establecido” (Lacan, 1972, p. 15). Y en un párrafo
que encadena psicosis, discurso e interpretación,
propone justamente el fuera-de-discurso de la
psicosis (Lacan, 1972).
En este sentido, para Naveau, (2009) el sujeto
psicótico lleva una existencia paradójica: si bien la
posición con relación a la estructura del lenguaje
consiste en estar dentro, encontrar un lugar en
la sociedad, para el psicótico, el lazo social está
desecho. Es decir, está en la sociedad a la vez que
está fuera del lazo social, ya que para la psicosis
el lazo social está ausente. El sujeto psicótico está
excluido del lazo social en la medida en que rechaza
la culpabilidad que, por el sesgo del asesinato del
padre, funda el lazo social. Para él no hay padre,
niega el lazo que se transmite de padre a hijo. Para
él, “el nudo esta desanudado, no hay lazo que se
mantenga” (p.12).
Este “fuera de discurso” indicaría que el psicótico no
hace lazo social, cuestión que no es confirmada en la
clínica. En el Atolondradicho, Lacan (1972), hace una
breve formulación no desarrollada, que relaciona la
cuestión de la psicosis con el lazo social donde sitúa
que el dicho esquizofrénico se caracteriza por no
contar con el apoyo de ningún discurso establecido.
La frase sobre el dicho esquizofrénico implica, por
una parte, que aquello que sitúa el lazo social es un
discurso, por otra parte, que este discurso determina
una relación entre los cuerpos, ya que Lacan subraya
que los cuerpos se someten al lazo. Por ello, en la
medida en que un cuerpo habita un discurso, es que
puede someterse. ¿Someterse a qué? Someterse
a aquello que hace específico ese discurso. En
la frase del esquizofrénico, “sin el auxilio de un
discurso establecido” se deduce que un discurso
comporta una dimensión de sostén, de apoyo. Por