Volumen 2, N° 2, enero a junio 2018. pp. 41 - 49.
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INTRODUCCION
El uso excesivo del internet ha sido difícil de
conceptualizar desde que éste se planteara como
una adicción. En la actualidad se manejan diferentes
denominaciones como: “adicción a la internet”,
“Trastorno adictivo a la internet”, “uso problemático
de internet”, “uso patológico de internet”, “Uso
excesivo de la Internet” y “Uso compulsivo de la
Internet”, para referirnos más o menos el mismo
concepto, como ser: el uso incontrolable de la
internet, donde el individuo descuida otras partes
importantes de su vida. Según informe de la
Comisión Europea de 2001, los jóvenes occidentales
de 15 a 24 años usan regularmente la informática en
casi la mitad de su tiempo libre. El teléfono móvil es
la nueva tecnología más usada, ya que es usado por
9 de cada 10 jóvenes. El uso del correo electrónico
aumenta con la edad, aunque, contrariamente,
el uso de videojuegos se reduce con la edad. El
“chat” es la forma más habitual e incluso preferida
de comunicación de numerosos adolescentes y
jóvenes, (Unión Euopea, 2001).
Estos estudios a nivel europeo ratifican la situación
del manejo inadecuado del internet, pone énfasis
tanto en el temprano acceso a las TIC por los menores
como el consumo de las mismas cada vez más
masivo y dilatado en el tiempo, (Kjartan Ólafsson,
2013). En España, estudios como el de (Garmendia,
2011), encuentran que el 56 % de los menores entre
los 9-16 años accede a internet todos o casi todos
los días, y un 82 % en la franja de los 15-16 años con
una media diaria de 71 minutos. Entre las principales
actividades que desarrollan durante la conexión
destacan la realización de tareas escolares (83 %),
jugar (80 %) y el visionado/descarga de vídeos (78
%). Datos más actuales, indican que los escolares
entre los 10-17 años acceden todos (58.8 %) o casi
todos los días a internet (25.7 %) entre 1 y 2 horas
diarias (41.9 %), 2-3 horas/día (22.3 %) o más de
tres horas/día (22.5 %), (Ministerio del interior de
España, 2014).
Según el estudio realizado por la (Fundación Pfizer,
2009), el 98 % de los jóvenes españoles de 11 a
20 años es usuario de Internet. De ese porcentaje,
siete de cada 10 afirman acceder a la red por un
tiempo diario de, al menos, 1,5 horas, pero sólo
una minoría (en torno al 3 % o al 6 %) hace un uso
abusivo de Internet. Es, por tanto, una realidad obvia
el alto grado de uso de las nuevas tecnologías entre
los adolescentes y jóvenes, (Méndez-Gago, y otros,
2018), (The Children’s Society, 2018) y (Echeburúa
y Corral, 2010).
Según (Nasdaq: Scord, 2016), en un estudio en
l6 continentes, 31 países y 49.000 entrevistados,
que representaron el 70 % del total mundial de la
población, concluyeron que en Argentina, en 2000
casos, las tendencias en los mercados móviles del
mundo, el comportamiento de los consumidores,
tendencias y opiniones sobre un amplio rango de
tecnologías, productos y servicios móviles son
evidentes. Ecuador ocupa el octavo lugar entre las
ciudades con más usuarios de Facebook, con una
penetración estimada de 73,3 %. Por su parte Twitter,
red en que los usuarios interactúan publicando
mensajes de menos de 140 caracteres, en Chile
alcanza el millón de usuarios, que porcentualmente
se asemeja a la penetración que se da en EE.UU.
En conjunto, del total de minutos que los chilenos
permanecen conectados desde un punto fijo, el 28,5%
es invertido en alguna red social, superando la visita
a otros portales (25,2 %), servicios de mensajería
instantánea (19,1 %), juegos y entretenimiento (9,3
%) y el uso de correo electrónico (5,4 %).
Sin embargo, las adicciones psicológicas o no
químicas no se encuentran incluidas como tales en
el manual de trastornos psiquiátricos como el DSM
– IV, en las que el término adicción se reserva para
los trastornos producidos por el abuso de sustancias
psicoactivas. En el DSM – IV (APA, 1994) las
adicciones psicológicas vendrían incluidas en los
trastornos del control de impulsos, tal como aparece
el juego patológico. En relación con las adicciones
en general (Gómez Jarabo y Alonso Fernández,
2001) establece que existen consideraciones
psicobiológicas sobre las adicciones alimentarias,
señalaron que los problemas aparecen, y también
respecto a Internet, cuando “existe una absoluta
necesidad de desarrollar esa actividad y se
experimenta ansiedad si no se lleva a cabo”.
Según (López, 2004), cualquier conducta normal
placentera es susceptible de convertirse en un
comportamiento adictivo. Se podrían hacer usos
anormales de una conducta en función de la
intensidad, de la frecuencia o de la cantidad de
dinero invertida y, en último término, en función
del grado de interferencia en las relaciones