33
TRAYECTORIA
DE
LA
(SUB)
REPRESENTATIVIDAD
FEMENINA
EN
LA
ESFERA
POLÍTICA:
LA
REINVENCIÓN
DE
LA
Trial
Silva
Antonia
Catharina
Ribeiro
1
;
Farias
Diana
Duse
Honorato
2
;
Losada
Analia
Veronica
3
(Recibido
en
julio
2020,
aceptado
en
noviembre
2020)
1
Abogada,
empresaria.
Lic.
en
Derecho.
Especialista
en
Derecho
de
la
Seguridad
Social.
Doctoranda
en
Ciencias
Jurídicas
en
la
Universidad
del
Museo
Social
Argentino
UMSA,
ORCID:
https://orcid.org/0000-0003-3572-47812.
2
Psicóloga.
Lic.
en
Psicología.
Esp.
en
Salud
Mental,
alcohol
y
otras
drogas.
Doctoranda
en
Psicología
Social
en
la
Universidad
Argentina
John
F.
Kennedy
-
UK.
Estudiante
del
período
de
Medicina,
ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-2555-0151.
3
Psicopedagoga,
Lic.
y
Dra.
en
Psicología.
Es
Esp.
y
Mg.
en
Metodología
de
la
Investigación.
Pos
Doctora
en
Psicología
y
Esp.
en
Psicología
Clínica
con
Orientación
en
Docencia
e
Investigación;
Universidad
Católica
Argentina.
Coordinadora
Terapéutica
del
Instituto
Argentino
de
Trastornos
de
la
Alimentación,
ORCID:
https://orcid.
org/0000-0002-9861-3272
[email protected];
[email protected];
[email protected]
Resumen:
El
presente
trabajo
tiene
como
objetivo
retratar
las
dimensiones
sociales
de
las
mujeres
en
la
historia
de
la
humanidad,
su
representación
como
subgénero
en
terminos
de
diferencias
de
acceso
a
espacios
de
poder
y
la
dirección
del
camino
del
empoderamiento
femenino
en
la
esfera
pública
actual.
En
esta
contribución
de
revisión
teórica,
la
contextualización
de
lo
femenino
se
desarrolla
en
categorías
que
encajan
a
la
mujer
en
diferentes
ángulos
y
teje
también
breves
aspectos
teóricos
del
discurso
de
género.
Se
hicieron
algunas
consideraciones
sobre
lo
femenino
en
el
contexto
de
los
espacios
políticos
respecto
al
sexo
femenino
y
su
ubicación
en
las
esferas
públicas
del
poder.
Se
pre
f
i
rió
como
metodología
la
revisión
bibliográ
f
i
ca
y
el
análisis
crítico
de
los
estudios
cientí
f
i
cos,
atrayendo
a
autores
clave
que
abordaron
el
tema,
además
de
otros
escritores
de
renombre
que,
por
alguna
razón,
hablaron
sobre
la
ubicación
de
lo
femenino
en
la
historia
de
la
humanidad,
favorable
o
desfavorablemente.
Finalmente,
se
detallan
propuestas
especí
f
i
cas
y
breves
observaciones
sobre
política,
con
el
objetivo
de
comprender
el
papel
de
la
representación
social
femenina
y
los
desafíos
de
su
inserción
en
la
esfera
pública
a
través
de
la
coherencia
de
sus
ideas,
razones
y
palabras.
Palabras Clave:
Femenino,
representatividad
femenina,
esfera
política,
género
TRAJECTORY
OF
THE
(SUB)
FEMALE
REPRESENTATIVITY
IN
THE
POLITICAL
SPHERE:
THE
REINVENTION
OF
WOMEN
Abstract:
The
objective
of
this
work
is
to
portray
the
social
dimensions
of
women
in
the
history
of
humanity,
their
representation
as
sub-gender
and
the
direction
of
the
path
of
female
empowerment
in
the
current
public
sphere.
In
this
contribution,
the
contextualization
of
the
feminine
is
developed
in
categories
that
f
i
t
women
at
different
angles
and
also
weaves
brief
theoretical
aspects
of
gender
discourse.
Some
considerations
were
made
about
the
feminine
in
the
context
of
political
law,
where,
in
our
century,
distorted
interpretations
regarding
the
feminine
sex
and
its
location
in
the
public
spheres
of
power
were
veri
f
i
ed.
Bibliographic
review
and
critical
analysis
of
scienti
f
i
c
studies
were
preferred
as
a
methodology,
attracting
key
authors
who
addressed
the
subject,
as
well
as
other
renowned
writers
who,
for
some
reason,
spoke
about
the
location
of
the
feminine
in
the
history
of
humanity.
,
favorably
or
unfavorably.
Finally,
speci
f
i
c
proposals
and
brief
observations
on
politics
are
detailed,
with
the
aim
of
understanding
the
role
of
female
social
representation
and
the
challenges
of
its
insertion
in
the
public
sphere
through
the
coherence
of
its
ideas,
reasons
and
words.
Keyword:
Female,
female
representativeness;
political
sphere,
gender.
REVISTA PSICOLOGÍA Trial
Vo
lu
m
e
n
5,
008,
e
n
ero
a
j
uni
o
2021,
pp.
33
-
43.
Volumen
5,
N
°
008,
enero
a
junio
2021.
pp.
33
-
43
.
34
INTRODUCCIÓN
La
concepción
consagrada
de
que
el
hombre
es
un
animal
esencialmente
político
es
elemental
(Dri,
1987).
Esta
declaración
merece
un
papel
solitario
en
el
primer
párrafo
de
esta
introducción,
después
de
todo,
la
frase
acuñada
por
Aristóteles
(1997)
ejerce
su
hegemonía
a
través
de
la
postura
clásica
de
que
el
poder
y
la
in
f
l
uencia
son
el
mismo
elemento.
Aquí
la
concepción
del
hombre
traduce
la
idea
universal
y
sinónima
de
la
humanidad
como
raza,
a
pesar
del
hecho
de
que,
en
algunas
circunstancias,
la
palabra
hombre
se
usa
para
caracterizar
a
la
persona
masculina.
Desde
una
visión
política
de
la
historia
de
esa
misma
humanidad,
se
buscó,
sin
pretensiones,
hacer
algunas
observaciones
y
resaltar
algunos
recortes
para
espacios
femeninos
en
los
vacíos
de
la
historia,
en
roles
jerarquicos
y
de
poder
donde
la
presencia
masculina
ha
sido
exclusiva
(Floresta,
1989).
Obviamente,
el
tema
es
tan
vasto
y
controvertido
que
no
estará
vacío,
incluso
si
la
humanidad
convierte
toda
su
historiografía
en
un
ciclo
anti
horario
y
termina
en
un
gran
big-bang.
El
tema
se
acercó
a
la
precariedad
o
la
falta
de
representatividad
de
la
participación
de
las
mujeres
en
la
esfera
política,
tejiendo
algunos
hilos
de
la
historia
y
aportando
puntos
y
contrapuntos
entre
personajes
de
la
historia
como
Perrot
(2005),
Habermas
(1997),
Rousseau
(1984),
Badinter
(1986),
Engels
(2009),
Beauvoir
(1980)
entre
otros.
En
el
mundo
tal
como
se
lo
conoce,
el
tema
femenino
se
ha
vuelto
más
contundente
con
la
consolidación
del
movimiento
del
sufragio
y
con
el
movimiento
anti
patriarcado.
Son
las
bases
del
feminismo
que
se
forman
a
partir
de
una
a
f
i
rmación
hecha
en
las
premisas
de
la
Revolución
Francesa
y
el
liberalismo
(Wollstonecraft,
2016).
Se
intentó
demostrar
la
relevancia
de
la
reanudación
constante
del
debate
sobre
el
tema
de
la
desigualdad
de
género
en
los
campos
académico
y
social
como
contribución
al
desarrollo
de
soluciones
prácticas
para
enfrentar
el
problema,
lo
que
trae
una
evolución
constante
y
necesita
ser
absorbido
y
tratado
cientí
f
i
camente
(Mesned
Alesa,
2007).
E.
La
desigualdad
es
abordada
desde
a
perspectiva
del
no
acceso
a
jerarquias
de
poder
en
la
historia
por
igual
para
hombres
y
mujeres.
La
sub-representatividad
femenina
es
un
tema
que
debe
debatirse,
repetirse,
constantemente,
y
cada
vez
que
alguien
reanuda
la
trayectoria
del
estudio
sobre
la
desigualdad
entre
hombres
y
mujeres,
el
mundo
gana.
Al
menos
gana
al
alentar
la
reverberación
de
la
lucha
para
corregir
las
distorsiones
que
han
eliminado
continuamente
a
las
mujeres
de
los
espacios
que
deberían
ocupar.
Todo
estudio
y
discusión
cientí
f
i
ca
tiene
como
objetivo
aportar
contribuciones
que
corroboren
las
acciones
prácticas.
En
el
campo
de
discusión
sobre
el
papel
de
la
mujer,
se
buscó
comprender
las
distorsiones
que
colocan
a
las
mujeres
como
un
subgénero,
como
un
segundo
sexo,
donde
el
primero,
el
hombre,
siempre
fue
el
dominante
y
sobresaliente
(Beauvoir,
1980).
La
ciencia
lleva
a
la
veri
f
i
cación
de
la
evidencia
de
que
solo
un
compromiso
político
social
plural
podrá
crear
un
levantamiento
que
transmute
este
desafortunado
arraigo
que
redujo
a
las
mujeres
a
un
segundo
sexo.
Solo
combinando
políticas
de
inserción
femenina
que
puedan
educar
a
las
mujeres
como
herramientas
o
como
actrices
efectivas
en
los
arranques
y
en
el
contexto
actual
del
poder,
te
atreverás
a
desbloquear
la
historia.
La
forma
de
llevar
a
cabo
este
proceso
es
lo
que
necesita
ser
discutido
(Beauvoir,
1980).
Los
cambios
en
la
visión
sobre
la
participación
femenina
en
la
política
y
su
conquista
en
los
espacios
públicos,
como
el
avance
de
la
legislación
brasileña
en
el
ámbito
electoral,
motivaron
esa
investigación.
Brasil
y
Argentina,
actualmente,
revisan
su
historiografía
de
apertura
democrática,
y
han
implementando
políticas,
especialmente
en
el
sistema
electoral,
de
inclusión
política
femenina
basadas
en
un
sistema
de
cuotas
que
prevé
la
reserva
obligatoria
de
un
número
mínimo
de
vacantes
para
mujeres
en
las
elecciones
(Alles,
2007).
Según
Almeida
(2015),
el
establecimiento
de
cupos
de
candidatura
en
Brasil,
por
la
Ley
Federal
N
°
12.034
promulgada
en
2009,
signi
f
i
ca
que
el
Estado
brasileño
reconoce
que
existen
desigualdades
de
género
en
la
esfera
política
y
que
son
necesarias
medidas
políticas
inclusivas
para
promover
el
acceso
de
las
mujeres
a
los
espacios
de
poder
de
decisión.
La
Argentina
fue
el
primer
país
latinoamericano
en
adoptar
la
política
de
Silva
Antonia
Catharina,
trayectoria
de
la
(sub)
representatividad
35
candidaturas
en
1991,
considerándose
un
avance
en
la
política
de
redemocratización
por
la
mayor
participación
de
las
mujeres.
Por
lo
tanto,
la
dimensión
social
de
la
participación
histórica
de
la
mujer
siempre
la
ha
mantenido
restringida
al
espacio
privado
y
el
determinismo
la
ha
condenado
al
papel
de
cuidadora,
lo
que
siempre
le
ha
impedido
el
libre
acceso
a
funciones
consideradas
masculinas,
como
el
espacio
público
mencionado
anteriormente
(Beauvoir,
1980).
Para
Beauvoir
(1980,
p.
21)
“en
el
momento
en
que
las
mujeres
comienzan
a
participar
en
la
elaboración
del
trial,
ese
mundo
sigue
siendo
un
mundo
que
pertenece
a
los
hombres”.
Se
postula
en
el
escrito
la
unión
a
los
innumerables
escritos
que
precedieron
con
el
tiempo
y
busca
ayudar
a
la
comprensión
social
de
la
evolución
de
la
conciencia
política
de
la
humanidad
que
aún
enfrenta
problemas
de
analfabetismo
y
falta
de
estructura
básica
de
salud,
aspectos
que
obviamente
perjudican
la
inserción
de
la
participación
política
de
las
mujeres
y
su
ciudadanía,
es
decir,
el
uso
y
disfrute
de
los
derechos
políticos
(Floresta,
1989).
Las
cuestiones
de
género
y
sus
matices
siempre
impregnarán
la
vida
de
las
personas,
y
el
sometimiento
femenino
al
poder
masculino,
ya
desde
la
antigüedad
y
hasta
la
actualidad
(Butler,
2019).
Contextualización
de
lo
femenino:
de
Eva
a
Beauvoir:
Desde
Eva
en
el
Génesis
de
la
Biblia
(2008)
hasta
Beauvoir,
las
mujeres
han
estado
recurrentemente
en
el
centro
de
las
discusiones
de
la
humanidad,
aunque
solo
sea
para
a
f
i
rmar
o
negar
su
inferioridad
o
superioridad.
La
f
i
gura
de
Eva
como
la
que
habría
incitado
al
pecado
aún
resuena
en
la
mente
de
la
sociedad
occidental.
El
pecado
original
de
la
mujer
habría
condenado
a
todos.
En
la
misma
línea
su
origen
a
partir
de
una
costilla,
mostraría
su
carácter
de
accesorio
del
varón.
Muchos
siglos,
barbarie,
inquisiciones,
hogueras
después
y:
boca
cerrada,
párpados
bajos.
Las
mujeres
solo
pueden
llorar
(...)
ellas
“poseen
el
sacerdocio”
(Perrot,
2005).
Plantea
Perrot
la
cuestión
del
silencio
femenino
como
algo
imponente,
ya
sea
por
religión
o
por
la
incapacidad
del
intelecto,
atro
f
i
ado
por
la
imposibilidad
de
instrucción
o
por
el
atavismo
inconsciente
de
comportarse
en
el
lugar
reservado
para
la
personalidad
femenina.
Las
asignaciones
en
la
Prehistoria
están
delimitadas,
así
como
en
otras
áreas
del
conocimiento,
por
la
f
i
gura
masculina,
blanca
y
occidental.
En
el
mundo
del
registro,
pocas
o
ninguna
eran
mujeres
que
alcanzaron
la
fama
y
formaban
parte
de
la
imaginación
prehistórica.
El
conocimiento
del
papel
y
el
lugar
de
las
mujeres
en
la
Prehistoria,
como
una
rama
de
la
gender
archaeology
-línea
de
análisis
marcada
en
la
discusión
de
la
historia
de
las
mujeres
en
la
prehistoria-
se
forma
solo
en
postmodernidad,
con
estudios
centrados
en
el
descubrimiento
del
espacio
ocupado
por
las
mujeres
en
la
antigüedad
y
que
no
se
incluyeron
en
los
discursos
historiográ
f
i
cos
o
f
i
ciales
en
la
literatura
(Diniz,
2006;
Haraway,
1989).
La
mujer
registrada
en
las
pinturas
rupestres
eran
marcadamente
mujeres
alimentantes
para
la
supervivencia.
Diosas
de
caderas
voluminosas
como
la
Pótnia
y
el
venus
de
Willendorf,
que
se
encuentran
en
el
Neolítico
en
Europa
Central.
En
este
sentido,
la
gran
mayoría
de
los
registros
de
edades
ancestrales
retratan
a
las
mujeres
como
alimentadoras
(Diniz,
2006).
En
muchos
mitos,
la
mujer
aparece
como
sembradora,
transmitiendo
la
idea
de
generosidad,
unión
y
multiplicación.
En
esta
línea
Deméter,
venerada
por
los
griegos
como
la
diosa
de
la
cosecha,
araba,
sembraba,
cosechaba
y
transformaba
los
granos
en
harina
y
luego
en
pan.
Deméter
también
enseñó
a
los
hombres
a
utilizar
a
los
animales
y
a
organizarse.
Los
chinos
también
atribuyeron
a
Nu Gua
una
mujer
de
la
creación
de
la
humanidad.
Representada
como
una
mujer
con
el
cuerpo
de
una
serpiente,
ella
era
un
símbolo
de
orden
y
sabiduría.
Los
griegos
crearon
otro
imponente
mito
femenino,
la
diosa
Gaia
.
Dando
sabiduría
a
los
hombres,
imitó
al
Caos
y
creó
un
ser
como
ella:
Urano,
dando
voz
al
mito
de
la
creación
(Unceta
Gomez,
2009).
Algunos
f
i
lósofos
atribuyen
a
la
religión
cristiana
la
tangente
de
las
mujeres
a
un
lugar
menos
prominente.
Bontomasi
(2016)
sostiene
que
desde
la
perspectiva
musulmana
la
representación
social
ha
sido
y
oersiste
en
una
mujer
sometida
al
hombre.
Para
Badinter
(1986),
esto
sucede
cuando
la
noción
de
una
pareja
se
solidi
f
i
ca
con
la
humanidad.
La
pareja,
anteriormente
Volumen
5,
N
°
008,
enero
a
junio
2021.
pp.
33
-
43
.
36
necesaria
para
la
paci
f
i
cación
de
los
cultos,
ahora
será
reemplazada
por
la
singularidad
del
cristianismo
y
su
divinidad
masculina.
Breves
notas
sobre
el
ser
femenino
en
el
discurso
histórico
masculino:
La
investigación
en
los
últimos
dos
siglos
y
medio
ha
producido
un
conjunto
signi
f
i
cativo
de
contenido
bibliográ
f
i
co
sobre
el
tema
de
la
mujer.
El
desafío
se
hace
mayor
y
abarca
diferentes
campos
de
conocimiento.
La
mujer
como
segundo
sexo
necesita
establecerse
como
protagonista,
pero
para
esto,
debe
sortear
el
determinismo
histórico
que
la
ha
alejado
de
las
decisiones
y
el
liderazgo
político
(Beauvoir,
1980).
Las
múltiples
facetas
del
tema
que
incluye
la
metodología
completa
de
estudiar
cientí
f
i
ca
y
cronológicamente
la
trayectoria
histórica
de
las
mujeres
a
lo
largo
de
este
artículo
obligarán
a
cubrir
diferentes
escenarios
donde
las
mujeres
son
vistas
de
diferentes
maneras.
Abordar
el
tema
de
la
(sub)representación
femenina
es,
sobre
todo,
dar
un
paseo
en
diversos
contextos
de
la
sociedad.
Según
Becerra
y
Torres
(2006)
cuando
hablamos
de
problema
cientí
f
i
co,
siempre
pensamos
en
el
social,
es
ahí
que
esta
el
sentido
del
cuerpo
del
conocimiento.
Es
imperativo
ubicar
el
tema
de
la
sumisión
política
femenina
o
la
representación
insu
f
i
ciente
a
través
de
un
prisma
que
plantea
un
revisionismo
histórico
y
cientí
f
i
co
donde
se
pueden
ver
distorsiones
e
injusticias
que
todavía
estigmatizan
a
las
mujeres
en
su
trayectoria.
Es
esencial
que
se
revise
la
liturgia
de
la
dominación
patriarcal,
que
impuso
el
silencio
como
la
única
arma
para
la
supervivencia
de
las
mujeres.
Se
prefería
el
negacionismo
histórico,
imponiendo
a
las
mujeres
una
esfera
siempre
privada
de
silencio
y
servidumbre
(Delphy,
2009).
Si
el
poder
es
in
f
l
uencia,
e
in
f
l
uir
es
hacer
política,
y
la
política
no
era
algo
accesible
para
las
mujeres,
en
tanto
se
re
f
i
ere
a
la
sociabilidad
y
la
toma
de
decisiones,
elementos
que
pertenecen
a
la
esfera
pública,
entonces,
¿cuándo
debe
repararse
la
historia
y
otorgarse
a
la
mujer
el
estandarte
de
lanzamiento?
¿Dónde
está
la
libertad?
¿Qué
necesitan
las
mujeres
de
este
siglo
para
poder
tomar
su
lugar
como
protagonistas?
Es
imperativo
recordar
en
todo
momento
el
destino
de
mujeres
como
Olympe
de
Gouges,
que
después
de
luchar
con
los
girondinos
por
la
igualdad
liberal
de
los
franceses
en
el
siglo
XVIII,
terminó
en
un
incendio
en
una
plaza
pública,
después
de
atreverse
a
hablar
sobre
la
Declaración
de
los
Derechos
de
las
Mujeres
y
los
Ciudadanos,
título
original
en
francés
en
1791:
Déclaration des droits
de la femme et de la citoyenne, contradiciendo
la misoginia de su contemporáneo Rousseau
,
quien
declaró,
paradójicamente,
que
sin
equidad
un
hombre
ni
siquiera
podía
mirar
a
la
cara
de
otro
hombre.
Del
mismo
modo,
el
mismo
príncipe
de
la
libertad,
como
Rousseau
(1984)
fue
apodado
por
sus
compañeros,
declaró
que:
“La educación de las mujeres
debe estar en relación con la de los hombres.
Agradarles, serles útiles, hacerse amar y
honrar por ellos, hacerles grata y suave la
vida son obligaciones de las mujeres en todos
los tiempos”
.
Diversa
y
oportunamente
curiosa
es
la
corriente
de
Lombroso
mencionado
por
la
antropología
criminal
de
Darmon
(1991).
Lombroso
señaló
que
la
mujer
normal
di
f
i
ere
de
la
mujer
criminal,
que
sufre
degeneraciones
debido
a
sus
personajes
atávicos,
presentaría
personajes
que
la
acercarían
al
niño
y
al
salvaje
como
alguien
que
se
identi
f
i
ca
por
su
irascibilidad,
venganza,
celos
y
vanidad.
También
señala
que
dos
mujeres
solo
serían
amigas
si
tenían
una
enemistad
en
común
por
una
tercera.
Las
mujeres,
como
los
hombres,
se
clasi
f
i
caron
según
sus
características
f
i
siológicas.
Se
presenta
a
las
mujeres
con
una
subcategoría
diferente
entre
los
delincuentes,
por
tener
características
inferiores
y
similares
a
las
de
los
salvajes.
Engels
(2009),
desde
el
análisis
antropológico,
trajo
la
importancia
de
la
participación
de
las
mujeres
en
la
fuerza
laboral
asalariada,
y
esta
inserción
de
las
mujeres
en
el
mercado
laboral
tenía
el
objetivo
de
merecer
también
el
alcance
del
derecho
a
la
igualdad
formal.
Según
Bryson
(1993,
p.71),
el
tema
de
la
“reproducción y el cuidado de los niños y la
educación de los menores debería ser un
asunto público, liberando así a las mujeres
para ejercer su función en el sistema de
producción, cambiando su situación de
dependenciayopresión.”
Engels
(2009)
contribuyó
a
la
comprensión
de
la
familia
como
una
organización
social
donde
la
división
del
trabajo
también
es
una
división
sexual
entre
las
funciones
masculinas
y
femeninas.
Fue
el
primero
en
pensar
de
esa
manera.
Silva
Antonia
Catharina,
trayectoria
de
la
(sub)
representatividad
37
Este
análisis
aclara
la
explotación
hasta
ahora
evidente
de
las
mujeres
como
una
clase
oprimida,
pero
no
su
subordinación
como
miembro
de
la
categoría
mujeres
en
un
nivel
jerárquicamente
inferior
y
que
se
someten
al
grupo
hombres.
METODOLOGIA
La
revisión
de
literatura
se
fundamenta
en
“detectar,
consultar
y
obtener
la
bibliografía
y
otros
materiales
útiles
para
los
propósitos
del
estudio,
de
los
cuales
se
extrae
y
recopila
información
relevante
y
necesaria
para
la
investigación.”
(Hernandez
Sampieri
et
al.,
p.52,
2014).
En
este
estudio
se
utilizan
fuentes
de
pesquisa
primaria,
tales
como,
libros,
revistas
cientí
f
i
cas
y
tesis
publicadas.
Y
como
fuente
de
pesquisa
secundaria,
bases
de
datos
con
búsqueda
de
palabras
claves:
Femenino;
Representatividad
Femenina;
Esfera
Política;
Género,
en
Google
Académico,
Scielo,
y
Redalyc.
En
cuanto
a
los
criterios
de
inclusión
y
exclusión
de
los
estudios,
se
consideró
las
informaciones
de
relevancia
al
objetivo
de
este
artículo.
RESULTADOS
Los
derechos
sociales
germinan
en
el
campo
de
la
igualdad.
A
partir
de
los
objetivos
inicialmente
propuestos
en
este
artículo
y
el
análisis
bibliográ
f
i
co
realizado,
se
destacan
áreas
y
puntos
de
vista
sobre
lo
femenino.
En
el
alcance
histórico:
El
tema
puede
no
ser
exactamente
nuevo,
pero
los
tiempos
lo
son.
Esto
signi
f
i
ca
que,
aunque
ha
habido
muchos
avances
en
el
desempeño
y
en
la
gestión
del
poder,
casi
todos
excluyen
a
las
mujeres
de
sus
esferas.
Es
difícil
decir
que
los
discursos
pronunciados
en
el
desarrollo
no
tenían
relevancia
histórica
y
que
era
necesario
colocar
el
tema
de
la
mujer
de
forma
redundante
en
un
alcance
histórico.
Pero
hay
nuevos
matices
y
tinturas
que
se
lanzarán
bajo
este
horizonte.
La
revolución
francesa
trajo
consigo
la
posibilidad
de
que
todos
los
hombres
fueran
libres
de
allí.
Pero
esta
libertad
formal
no
llegaría
a
las
mujeres,
que
quedarían
fuera
del
momento
liberal
y,
por
lo
tanto,
comenzarían
a
delinear
los
primeros
contornos
del
movimiento
a
favor
de
los
derechos
de
las
mujeres.
Según
Tedeschi
(2008)
“la
desigualdad
de
género
tiene
un
carácter
universal,
construido
y
reconstruido
en
una
red
de
signi
f
i
cados
producidos
por
varios
discursos”
(p.123).
Se
puede
ver
que
el
tema
de
la
inserción
de
la
mujer
en
la
sociedad
tiene
numerosos
prejuicios.
Todos
los
discursos
se
volvieron
y
convergieron
en
diferentes
áreas
del
conocimiento,
desde
la
f
i
losofía
hasta
la
religión
y
el
derecho.
Tales
discursos
casi
siempre
tenían
la
determinación
de
crear
códigos,
leyes
y
normas
de
conducta,
colocando
al
sexo
femenino
en
un
lugar
de
inferioridad.
Se
destaca
la
incapacidad
civil
de
las
mujeres
occidentales
y
su
impedimento
para
votar.
Coincidiendo
con
Mesned
Alesa,
(2007)
el
estatus
de
la
mujer
en
la
sociedad
árabo-islámica
medieval
entre
oriente
y
occidente
debe
ser
revisado
por
la
arraigambre
de
viejas
estructuras
que
no
han
sido
modi
f
i
cadas
en
funciones
de
igualdad
de
acceso
para
hombres
y
mujeres.
No
hay
trial
de
no
citar
a
Aristóteles
(1997)
en
su
libro
Política,
donde
elogió
que,
en
cuanto
al
sexo,
la
diferencia
entre
hombre
y
mujer
era
indeleble:
cualquiera
que
sea
la
edad
de
la
mujer,
el
hombre
debería
preservar
su
superioridad.
La
historia
con
su
fuerza
creativa
y
materna
fue
la
más
cruel
de
las
criaturas
con
las
mujeres.
El
problema
pasa
por
el
tiempo
como
una
pandemia
social,
como
un
vértice
a
ser
observado
cientí
f
i
camente
por
las
ciencias
a
lo
largo
del
tiempo
y,
a
través
de
ellas,
tiene
como
objetivo
obtener
respuestas.
Como
citan
Becerra
y
Torres
(2006),
que
“las
ciencias
sociales
expresan
un
punto
de
partida
en
el
proceso
de
apropiación
de
la
realidad
social”.
Los
autores
a
f
i
rman
que
“en
general
esta
ciencia
del
conocimiento
se
basa
en
propuestas
hermenéuticas,
de
las
cuales
se
hace
referencia
a
un
enfoque
actual,
como
la
respuesta
de
un
pasado”
(p.31).
Por
lo
tanto,
la
mujer
es
hija
huérfana
de
la
historia.
En
el
contexto
de
la
diferencia
entre
sexo
y
género:
En
esta
perspectiva,
se
realiza
un
corte
en
los
autores
que
traen
referencias
entre
el
género
y
el
sexo
femenino,
lo
que
demuestra
la
contribución
de
esta
interrelación
socio
histórico
construido
entre
los
sexos.
De
antemano,
debe
señalarse
que
la
manifestación
del
problema
de
género
o
sexo
siempre
ocurrirá
en
relación
con
el
otro.
Siempre
desde
un
punto
de
referencia.
Además
de
estudios
Volumen
5,
N
°
008,
trial
a
junio
2021.
pp.
33
-
43
.
38
de
género
y
relaciones
entre
los
sexos,
se
abordan
brevemente
las
condiciones
impuestas
en
el
espacio
privado
femenino
y
las
opiniones
matriarcales
impuestas
a
la
f
i
gura
femenina.
Este
artículo
comprende
que
existe
una
interdisciplinariedad
arraigada
en
la
sociedad
que
crea
un
ciclo
de
perpetuación
del
patriarcado,
alimentado
por
varios
factores
interrelacionados.
Estudios
de
género
actuales
ofrecen
un
enfoque
histórico,
con
signi
f
i
cados,
y
no
excluyen
otros
segmentos
y
discursos,
como
los
f
i
losó
f
i
cos,
religiosos,
legales,
que
tratan
de
ver
a
las
mujeres
y
sus
comportamientos
a
lo
largo
del
tiempo
legitimando
un
lugar
de
inferioridad,
que
en
cierto
modo
se
consideraba
natural.
Para
Butler
(2019),
la
teoría
feminista
que
de
f
i
ende
la
identidad
dada
por
género
y
no
por
sexo
ocultó
la
aproximación
trial
género
y
esencia,
entre
género
y
sustancia.
Según
Butler
(2019),
aceptar
el
sexo
como
un
dato
natural
y
el
género
como
un
dato
construido,
determinado
culturalmente,
también
estaría
aceptando
que
el
género
expresaría
una
esencia
del
sujeto.
Defendió
la
unidad
metafísica
en
esta
relación
un
auténtico
paradigma
expresivo,
“en
el
que
se
dice
que
un
verdadero
yo
se
revela
simultánea
o
sucesivamente
en
el
sexo,
el
género
y
el
deseo”
(p.
45).
Lo
que
parece
haber
preguntado
Butler
ha
sido
¿cuándo
tiene
lugar
esta
construcción
del
género?
Por
este
tema
que
discutió
o
reconstruyó
varias
de
las
teorías
feministas
sobre
el
género.
Butler
establece
diálogos
con
diferentes
autores,
entre
los
que
destaca
Beauvoir.
En
el
debate
con
Beauvoir,
Butler
(2019)
indica
los
límites
de
estos
análisis
de
género
que”presuponen
y
de
f
i
nen
de
antemano
las
posibilidades
de
las
con
f
i
guraciones
imaginables
y
alcanzables
de
género
en
la
cultura”
(p.
28).
A
partir
de
la
declaración
emblemática
“Uno
no
nace
mujer,
uno
se
convierte
en
mujer”,
Butler
señala
el
hecho
de
que
“no
hay
nada
en
su
explicación
[de
Beauvoir]
que
garantice
que
el
‘ser’
que
se
convierte
en
mujer
sea
necesariamente
femenino”
(p.
27).
DISCUSIÓN:
Breves
apuntes
sobre
feminismo:
El
feminismo
esencialmente
buscó
estructurarse
dentro
de
una
perspectiva
donde
la
especie
humana
tuviera
los
mismos
parámetros
de
observación,
independientemente
del
sexo
biológico.
El
fenómeno
de
la
conceptualización
de
género
es
una
construcción
cultural.
Los
conceptos
feministas
de
género
se
centran
en
cuestiones
culturales,
lo
que
lleva
a
la
comprensión
de
que
la
cuestión
de
género
es
mucho
más
léxico-cultural
que
estructural.
Esto
implica
decir
que
una
vez
más
hay
una
tangente
desde
el
lugar
de
la
mujer
hasta
un
lugar
conceptual
de
inferioridad.
Ha
sido
concebido
principalmente
como
un
movimiento
político
el
surgir
del
feminismo.
Entre
los
objetivos,
propuso
la
equidad
de
derechos
y
el
empoderamiento,
visibilidad
e
in
f
l
uencia,
de
las
mujeres
a
través
de
estudios
y
teorías
desarrolladas
a
partir
del
siglo
XIX.
Se
extiende
como
una
teoría
-teoría
feminista
o
feminismo
cientí
f
i
co-
buscando
así
una
proyección
f
i
losó
f
i
ca
y
proponiendo
un
examen
del
papel
social
de
las
mujeres
a
través
de
su
participación
en
la
existencia
humana.
La
etimología
de
la
palabra
género,
Gender
en
inglés,
Geschlecht
en
alemán,
Genre
en
francés,
género
en
español,
proviene
del
verbo
latino
generare,
generar,
y
su
alteración
latina
gener
que
signi
f
i
ca:
raza
o
tipo.
Traduciendo
libremente
la
palabra
“Género”,
en
el
idioma
inglés
se
puede
usar
en
el
sentido
de
“genérico”,
y
ha
sido
una
referencia
a
conceptos
de
sexo,
sexualidad,
diferencias
sexuales.
La
caracterización
diversa
y
mixta
de
los
términos
“sexo”
y
“género”
son
parte
de
la
historia
política
de
las
palabras.
Los
signi
f
i
cados
para
la
medicina
y
la
gramática
han
sido
desa
f
i
ados
por
los
feminismos
modernos.
Los
signi
f
i
cados
de
las
categorías
raciales,
sexuales
y
de
género
apuntan
a
la
historia
moderna
de
la
opresión
colonial,
racista
y
sexual
entrelazada
en
los
sistemas
de
producción
y
dominación
del
cuerpo
y
sus
consecuentes
discursos
discriminatorios.
Cada
vez
se
nombra
algo,
se
tiene
poder
sobre
esa
misma
cosa.
Este
trasfondo
es
esencial
para
comprender
las
resonancias
del
concepto
teórico
del
“sistema
de
sexo
/
género”
construido
por
las
feministas
occidentales.
Al
tomar
el
poder
sobre
el
término
género,
las
feministas
pudieron
traerlo
a
mismas
y
a
ellas
mismas,
como
ciencia.
En
el
contexto
biológico:
La
visión
de
Foucault
(1976)
sobre
la
contextualización
histórica
de
las
mujeres
y
las
relaciones
de
poder
agrega
una
ruptura
en
el
posicionamiento
médico
y
biológico
de
la
sujeción
Silva
Antonia
Catharina,
trayectoria
de
la
(sub)
representatividad
39
del
cuerpo
de
la
mujer,
el
sexo
frágil,
la
paridad
y
las
reconstrucciones
en
sus
discursos
de
que
la
maternidad
no
es
su
misión
inmutable.
Por
lo
tanto,
el
cuerpo
femenino
es
una
cuestión
de
poder
para
Foucault,
que
abarca
tanto
las
esferas
públicas
como
privadas.
La
diferencia
entre
los
sexos
‘femenino
y
masculino’
biológicamente
hablando
es
indiscutible
y
el
gran
dilema
de
las
teorías
feministas
nunca
ha
sido
sobre
esto.
El
contexto
biológico-sexual
resulta
de
cualidades
y
características
innatas
entre
ambos
sexos.
Además
de
la
biología
y
f
i
siología
del
cuerpo,
las
diferencias
observables
entre
los
sexos
se
re
f
i
eren
a
una
atribución
de
lo
femenino
asociado
con
la
naturaleza
biológica
y
lo
masculino
asociado
con
la
naturaleza
cultural.
Las
prácticas
de
esta
representación
social
se
re
f
i
eren
asimétricamente
a
las
relaciones
de
poder
determinadas
por
el
cuerpo,
que
establece
una
sumisión
y
con
f
i
guración
del
modelo
/
patrón
patriarcal
entre
los
géneros.
Las
asociaciones
biológicas
suelen
estar
vinculadas
a
una
corriente
culturalista:
a
los
hombres,
la
racionalidad,
la
lógica
del
pensamiento,
los
cálculos
y
el
materialismo:
a
las
mujeres,
el
afecto
materno,
las
intuiciones,
las
emociones
y
los
sentimientos,
es
decir,
los
atributos
femeninos
estaban
directamente
relacionados
procreación
y
ser
materno,
unidos
a
un
cuerpo
biológico.
La
idea
del
cuerpo
convertida
en
producción
y
movimiento
estaba
vinculada
a
lo
masculino,
para
acción
y
construcción.
La
historia
debe
mirar
a
hombres
y
mujeres
con
una
mirada
complementaria,
no
excluyente.
La
raza
humana
no
está
compitiendo
por
el
poder,
pero
es
imperativo
en
este
punto
ser
mutuamente
humano
para
comprender
la
necesidad
de
ser
mutuo
para
sobrevivir.
En
el
contexto
psicoanalítico:
Lacan
(1995)
y
Freud
(1976)
a
f
i
rman
que
el
ego
existe
solo
en
relación
con
otros
objetos,
que
pueden
ser
internos
o
externos.
Lo
que
llevaría
a
la
creencia
de
que
el
patriarcado
como
se
lo
conoce
hoy
en
día
es
una
creación
del
ego,
que,
perpetuando
a
lo
largo
de
los
siglos,
subyuga
a
las
mujeres
al
poder
masculino,
haciendo
que
el
vínculo
de
dominación
y
servilismo
esté
siempre
presente
y
en
la
dirección
del
hombre
hacia
mujer.
Lo
masculino
solo
se
superpone
a
lo
femenino
porque
un
sexo
existe
solo
por
la
existencia
del
otro.
Como
el
otro
sexo
no
tiene
una
existencia
formal,
la
razón
de
la
dominación
desaparecería.
Martinez
Conte
(2017)
revisa
los
postulados
psicoanaliticos
clasicos
analizando
sesgos
machistas
a
partir
de
la
interpretación
de
la
envidia
del
falo,
sugiriendo
complementar
esta
mirada
bajo
la
luz
de
las
perspectivas
actuales.
Debido
a
la
naturaleza
interdisciplinaria
de
las
circunstancias,
se
supone
que
si
la
mujer
fuera
el
sexo
dominante,
hoy
tendríamos
una
sociedad
masculina
paci
f
i
cada
y
relegada
a
tareas
domésticas,
como
relegar
las
actividades
domésticas
a
las
mujeres,
ya
que
la
ternura
y
la
intuición
siempre
han
sido
características
femeninas
y
una
vez
que
la
mujer
fuera
el
centro
opresivo,
habría
dado
lugar
a
una
sociedad
más
cordial
y
pací
f
i
ca.
En
el
contexto
f
i
losó
f
i
co:
Butler
(2019),
discutiendo
el
tema
de
la
representación
femenina,
hace
una
contribución
a
la
discusión
sobre
la
presencia
de
las
mujeres
en
la
política.
La
f
i
lósofa
es
categórica
al
a
f
i
rmar
que
no
es
su
f
i
ciente
investigar
y
hacer
una
nota
analítica
de
las
condiciones
para
la
reproducción
del
poder
y
la
opresión
que
están
presentes
en
las
instituciones,
en
las
cuales
las
mujeres
buscan
espacios
para
su
liberación.
La
autora
cita
que:
“No
es
su
f
i
cientepreguntar
cómo
las
mujeres
pueden
estar
más
plenamente
representadas
en
lenguaje
político.
La
crítica
feminista
también
debe
comprender
cómo
la
categoría
de
‘mujeres’,
el
sujeto
del
feminismo,
es
producida
y
reprimida
por
las
mismas
estructuras
de
poder
a
través
de
las
cuales
se
busca
la
emancipación”
(Butler,
2019,
p.
19).
Parece
que
esta
es
una
curiosa
contradicción,
la
mujer
siendo
tragada
ahora
por
su
propio
género.
Y
esta
revisión
de
sus
propios
fundamentos
es
uno
de
los
principios
de
las
ciencias
y,
como
tal,
totalmente
aplicable
al
feminismo,
que
se
reinventa
y
se
reanuda
en
cada
ciclo,
su
lugar
de
tiempo
y
espacio,
reinventándose,
el
feminismo
supera
sus
deformaciones
y
restos,
construyendo
las
bases
de
la
mujer
que
cambia
su
entorno
en
cada
época
que
propone
cambiar.
Beauvoir
(1980,
p.99)
a
f
i
rma:
“Ningún
destino
biológico,
psicológico
y
económico
de
f
i
ne
la
forma
que
la
hembra
humana
toma
dentro
de
la
sociedad;
es
el
conjunto
de
Volumen
5,
N
°
008,
enero
a
junio
2021.
pp.
33
-
43
.
40
civilizaciones
que
elabora
este
producto
intermedio
entre
el
hombre
y
la
castración
que
cali
f
i
can
como
mujer“.
En
el
contexto
sociológico:
El
patriarcado
es
una
realidad
observable
como
fenómeno
social,
como
una
lupa
que
señala
una
realidad
evidente
desde
el
comienzo
de
los
tiempos,
desde
Hamurabi
hasta
Moisés,
pero
que
solo
se
hizo
más
evidente
cuando
la
Revolución
Francesa
y
sus
ideas
prometió
igualar
a
todos
los
hombres
y
eso
puso
la
participación
femenina
en
el
centro
de
atención.
Delphy
(1998)
de
f
i
ne
el
tema
del
patriarcado:
“por
lo
tanto,
es
casi
sinónimo
de
“dominación
masculina”
o
la
opresión
de
la
mujer.
Estas
expresiones,
contemporáneas
de
los
años
70,
se
re
f
i
eren
al
mismo
objeto,
designado
en
la
era
anterior
por
las
expresiones
“subordinación”
o
“sujeción”
de
las
mujeres,
o
incluso
“condición
femenina”
(p.173).
Delphy
(1998,
p.173)
sostiene
“En
este
nuevo
sentido
feminista,
el
patriarcado
designa
una
formación
social
en
la
cual
los
hombres
tienen
el
poder,
o,
más
simplemente,
el
poder
pertenece
a
los
hombres”.
Foucault
(2013)
abordó
los
pensamientos
sobre
el
discurso,
la
dialéctica
de
la
dominación
y
destacó
la
estructura
de
las
relaciones
de
poder
y
sus
implicaciones
con
el
conocimiento.
Este
trabajo
fue
compuesto
por
la
transcripción
de
algunas
entrevistas
y
debates
en
los
que
participó
como
profesor
y
educador.
Según
Machado
(2013,
p:
8)
sobre
el
trabajo
de
Foucault
a
f
i
rma
que
el
desafío
en
los
análisis
de
este
autor
surgió
en
el
desarrollo
de
su
investigación,
en
la
búsqueda
incesante
de
reformular
los
objetivos
políticos,
y
en
este
trabajo
también
complementó
el
“ejercicio
de
la
arqueología
del
conocimiento
a
través
del
diseño
de
una
genealogía
del
poder”.
En
el
conocimiento
llevado
a
la
comprensión
del
poder
coexisten
en
dos
pilares:
“la
delimitación
formal
del
poder
por
las
normas
de
derecho
y
los
efectos
de
la
verdad
que
este
poder
produce,
transmite
y
reproduce.
Es
una
relación
triangular
entre
poder,
verdad
y
derecho”
(Foucault,
2013,
p.
278).
Analizando
el
poder
Foucault
(2013,
p
39-40),
delimitó
las
estructuras
internas
del
poder,
a
f
i
rmando
que
dentro
de
los
procedimientos
cientí
f
i
cos:
“no
se
trata
de
saber
cuál
es
el
poder
que
actúa
desde
afuera
sobre
la
ciencia,
sino
qué
efectos
tiene
el
poder
circula
entre
las
declaraciones
cientí
f
i
cas;
¿Cuál
es
su
régimen
de
poder
interno?
cómo
y
por
qué
en
ciertos
momentos
cambia
globalmente”.
Sin
embargo,
el
concepto
de
poder
de
Foucault
implicaba
el
concepto
de
libertad
para
resistir,
siendo
este
poder
una
relación
de
ejercicio
y
no
un
lugar
o
posesión.
El
poder
de
Foucault
no
se
limita
a
unos
pocos
organismos.
Está
interrelacionado
con
varios
conocimientos
y
en
varios
mundos
paralelos,
y
no
se
puede
decir
que
tenga
su
propia
raíz.
En
ese
momento,
este
concepto
es
de
gran
interés
para
este
trabajo,
ya
que
se
puede
decir
que
la
transmisión
histórico-genealógica
ha
convertido
a
las
mujeres
en
rehenes
de
los
hombres
y
estos
en
sus
círculos
de
poder,
encadenados
por
siglos
de
opresión,
usan
su
poder
sobre
la
estructura
física
del
femenino,
principalmente
debido
a
la
aparente
fragilidad
de
su
existencia.
El
hombre
ejercería
su
poder
sobre
la
mujer
de
una
manera
funcional,
simplemente
construyendo
hábitos,
represión
y
entrenamiento.
Según
Santos
(2016),
una
de
las
formas
en
que
se
genera
el
poder
es
la
construcción
cientí
f
i
ca
del
conocimiento
sobre
biopoder
cuyo
objetivo
deja
de
ser
solo
en
relaciones
intersubjetivas
y
dispersas
en
la
vida
cotidiana.
La
comprensión
del
biopoder
está
asociada
con
acciones
centradas
en
la
esencia
biológica
del
ser
humano,
donde
la
vida
y
la
muerte
están
tematizadas
en
el
poder
y,
especialmente,
en
la
política.
McLaren
(2004)
considera
cómo
el
feminismo
se
ha
apropiado
de
los
escritos
y
teorías.
Establece
que
hay
una
diferencia
entre
dominación
y
poder,
donde
este
poder
no
se
ejerce
y
se
distribuye
a
todos
por
igual.
También
a
f
i
rma
que
“Mientras
el
poder
es
f
l
uido
y
siempre
está
sujeto
a
inversión,
los
estados
de
dominación
son
estáticos,
relaciones
de
poder
osi
f
i
cadas”
(McLaren,
2004,
p.
220),
“los
cambios
en
las
relaciones
de
poder
pueden
poner
f
i
n
a
una
situación
dominación
e
incrementar
las
posibilidades
de
libertad”
(McLaren,
p.
223-224).
El
feminismo
juega
un
papel
importante
en
el
ejercicio
de
la
resistencia
y
ha
facilitado
cambios
en
las
relaciones
de
poder
de
las
mujeres
para
las
mujeres.
La
resistencia
a
los
paradigmas
y
normas
existentes
es
la
base
de
los
movimientos
feministas,
que
en
medio
de
situaciones
de
dominación
aún
presentes,
es
posible
cambiar
el
ejercicio
del
poder
de
alguna
manera.
La
conquista
de
las
mujeres
en
el
espacio
público
ofrece
cómo
Habermas
(1997)
un
retrato
de
una
“situación
de
discurso”
“actuación
comunicativa”
que
aporta
sus
Silva
Antonia
Catharina,
trayectoria
de
la
(sub)
representatividad
41
representaciones
sociales
y
rompe
f
i
rmemente
los
paradigmas
socio
históricos.
Esta
mujer
ocuparía
un
lugar
que
se
constituiría
como
nuevo
y
se
daría
a
través
del
lenguaje,
y
los
insertaría
en
la
mesa
de
comunicación
con
otros
individuos,
en
la
participación
de
decisiones
políticas
y
públicas,
asumiendo
posiciones
que
ya
no
estaban
fragmentadas
de
poder,
sino
como
espacio
para
la
construcción
de
realidad.
Dentro
de
este
espacio
político
público,
las
mujeres
participarían
en
las
deliberaciones
y
tomarían
su
lugar
en
el
mundo
de
la
vida.
Actrices
dentro
de
una
red,
en
un
espacio
comunicativo.
Dentro
del
área
política,
la
existencia
de
foros
deliberativos
tiene
el
papel
de
legitimar
las
decisiones
gubernamentales
en
los
estados
democráticos.
La
acción
comunicativa
aparece
como
la
mejor
manera
de
resolver
los
problemas
presentados
y
la
creación
de
políticas
públicas,
estableciendo
un
carácter
re
f
l
exivo
en
la
esfera
pública
deliberativa.
Según
Habermas
(1997)
“el
procedimiento
ideal
para
la
deliberación
y
la
toma
de
decisiones
siempre
presupone
una
asociación
plena
que
cree
que
es
capaz
de
regular
imparcialmente
las
condiciones
de
su
coexistencia”
(p.
25).
La
representación
insu
f
i
ciente
de
las
mujeres
en
los
espacios
políticos
puede
empobrecer
la
democracia
y
debilitar
la
resolución
de
con
f
l
ictos
sociales,
ya
que
signi
f
i
ca
una
restricción
de
la
participación
femenina
en
los
espacios
de
toma
de
decisiones,
en
dirección
al
país
dentro
de
los
espacios
públicos.
La
dicotomía
-público
y
privado-
provocó
una
separación
y
diferenciación
sexual
del
trabajo,
donde
las
mujeres
eran
cuidadoras
y
los
hombres
eran
proveedores
del
hogar.
Durante
mucho
tiempo,
estas
atribuciones
sociales
determinaron
los
sexos,
limitaron
a
las
mujeres
al
espacio
privado
y
con
f
i
aron
a
los
hombres,
el
destino
natural,
del
espacio
público.
Dar
la
bienvenida
al
político
de
las
prácticas
femeninas
bene
f
i
cia
su
desnaturalización
y
su
dimensión
pública,
es
decir,
a
f
i
rma
la
esfera
pública
abierta
a
lo
femenino.
No
es
posible
disociar
las
aspiraciones
y
políticas
feministas
como
un
elemento
esencial
de
la
sociedad
y
cualquier
estudio
que
se
pretenda
hacer
sobre
la
participación
femenina
en
la
esfera
pública,
necesariamente
lo
hará
sobre
la
base
de
la
diferenciación
eterna
de
lo
femenino
y
lo
masculino
en
la
vida
pública
y
el
determinismo
que
condenó
a
las
mujeres
a
la
vida
privada
y
a
los
hombres
al
público.
Pero
el
respeto
que
la
teoría
de
la
acción
comunicativa
en
el
mundo
de
la
vida
de
Habermas
brinda
aliento
para
las
generaciones
venideras.
Generaciones
que
no
tuvieron
que
empuñar
ri
f
l
es
o
fueron
testigos
de
la
incesante
inquisición
de
hogueras
contra
las
mujeres.
CONCLUSIONES
La
forma
de
ver
la
historia
colabora
con
la
forma
en
que
la
sociedad
actual
se
proyecta
a
misma.
Esto
signi
f
i
ca
que
la
humanidad
durante
muchos
siglos
vio
la
dicotomía
hombre
/
mujer
como
un
elemento
que
pasó
de
lo
natural
-sexual-
a
lo
cultural
-género-
provocando
una
sumisión
determinista
donde
la
superioridad
masculina
era
algo
tan
innato
como
el
nacimiento.
Esta
fue
la
mirada
que
circuló
por
la
sociedad
y
el
tiempo,
desde
la
concepción
aristotélica
del
animal
político
-su
zoon
politikon
-,
hasta
la
literatura
de
los
estudios
marxistas.
El
animal
político
con
el
más
alto
nivel
de
in
f
l
uencia,
poder,
circulaba
entre
otros
hombres
como
soberano,
mientras
que
la
mujer,
debido
a
su
inferioridad
natural,
ni
siquiera
podía
componer,
ya
que
el
tema
de
la
inclusión
femenina
es
cultural,
sociológico.
Según
Foucault
(2015),
“a
través
de
una
especie
de
guerra
silenciosa,
en
las
instituciones
y
las
desigualdades
económicas,
en
el
lenguaje
e
incluso
en
el
cuerpo
de
los
individuos”
(p.275).
La
lucha
social
por
las
mujeres
puede
enmarcarse
en
una
perspectiva
anticapitalista
y
global,
con
otros
prejuicios:
raza,
globalización,
refugiados,
hambre,
pobreza;
de
un
género
que
se
preocupa
al
mismo
tiempo
por
cuestiones
de
desigualdad
y
equidad
y
con
soluciones
a
estos
dilemas
que
involucran
múltiples
y
diversas
formas
de
opresión
y
dominación,
importa
“qué
pensamientos
piensan
pensamientos,
qué
historias
cuentan
historias”
(Haraway,
1989,
p.
39).
Hoy
en
día,
las
mujeres
asumen
el
papel
de
portadoras
de
valores,
sentimientos
y
funciones
sociales
que
les
permitirían
innovar
en
la
política
y
ser
la
política
misma,
con
distinción
acercando
a
la
vida
pública,
los
valores
que
las
mujeres
siempre
han
mantenido
en
la
vida
privada,
hasta
el
punto
para
poder
diferenciarse
en
sus
experiencias
y
demandas,
de
otros
considerados
minorías.
Volumen
5,
N
°
008,
trial
a
junio
2021.
pp.
33
-
43
.
42
La
ausencia
de
mujeres
dentro
de
una
narrativa
historiográ
f
i
ca
textual
y
contribuciones
cientí
f
i
cas,
sopesando
en
este
subgrupo
la
razón
de
la
desigualdad
de
género.
Como
Perrot
expone
la
participación
femenina
se
muestra
como
un
nuevo
campo
de
la
historia;
una
voz
a
través
de
la
f
i
gura
femenina
que
llega
a
diferentes
grupos
sociales,
desde
sistemas
religiosos
hasta
políticos,
así
como
también
se
rebela
contra
los
manuales
que
los
tiempos
impusieron
a
estas
mujeres
en
presentar,
conformarse,
aceptar
y
guardar
silencio.
Este
silencio
también
alcanzó
un
orden
simbólico:
no
solo
silenciando
sus
voces,
sino
“también
la
expresión
gestual
o
de
producciones
escriturales”
(Perrot,
2005,
p.
10).
Aún
en
este
trabajo,
Perrot
(2005)
registró
que
las
fuentes
de
investigación
histórica
contenían
pocas
archivos
públicos
sobre
lo
femenino,
aquellos
que
se
dirigieron
a
los
movimientos
de
poder
y
administración,
roles
ocupados
exclusivamente
por
el
género
masculino,
blanco
y
occidental.
Mientras
que
los
archivos
familiares,
que
trajeron
las
historias
en
el
espacio
privado,
registraron
la
destrucción
de
sentimientos
y
los
recuerdos
de
las
mujeres,
que
eran
poco
valorados
en
sus
particularidades,
por
lo
tanto
los
silencios
de
los
discursos
femeninos
y
los
registros
escritos,
a
f
i
rman
el
borrado
de
sus
líneas,
sus
rasgos
y
sus
marcas,
tanto
en
público
como
en
privado.
La
posición
de
las
mujeres
en
la
estructura
de
dominación,
traen
sus
dominaciones
solo
del
espacio
privado
y
ausencia
en
los
espacios
de
poder.
La
visión
social
de
las
mujeres
todavía
está
demarcada
por
la
desigualdad
de
género,
un
tema
que
impide
la
representación
política
femenina
real;
En
este
analisis
no
solo
discutió
la
sub
representación
femenina
en
el
contexto
de
la
política,
sino
también
la
lucha
por
la
resistencia
de
esta
representación
social
en
el
campo
político,
así
como
el
desarrollo
de
su
inserción
en
la
esfera
pública
a
través
de
la
razón
y
las
palabras..
La
experiencia
de
la
relación
de
posibilidades
dentro
del
contexto
femenino
y
el
diálogo
sobre
este
tema,
trae
la
marcada
diferencia
de
los
sexos,
que
se
construyó
sobre
la
relación
efectiva
de
mujeres
y
hombres.
Las
mujeres
tienen
que
decir,
con
voz
y
tiempo,
permitiendo
su
participación
en
la
construcción
de
una
relación
objetivamente
vinculada
con
el
mundo
exterior.
Como
postula
Collin
(1991),
la
diferencia
es
teóricamente
indecidible,
pero
se
decide
y
rede
f
i
ne
en
cada
relación.
Es
la
mujer
quien
debe
decir
dónde
quiere
estar,
porque
el
lugar
de
una
mujer
es
donde
quiere
estar.
Beauvoir
a
f
i
rma
que
“no
se
nace
trial,
sino
que
se
convierte
en
una”,
a
f
i
rmar
que
es
para
lo
femenino
que
se
debe
apuntar
y
hacer
todos
los
esfuerzos.
Pero,
sobre
todo,
para
sacar
a
las
mujeres
del
ostracismo
y
la
dominación
arcaica
de
la
ignorancia,
la
oscuridad
y
el
miedo.
Llevar
a
las
mujeres
al
escenario
público,
al
ágora,
es
un
deber
de
quienes
desean
convertirse
objetivamente
en
mujeres.
Una
lucha
interminable
para
encubrir
el
silencio
de
la
historia.
A
modo
de
futuras
líneas
de
investigación,
se
sugiere
analizar
las
variables
de
cambio
y
el
acceso
a
esferas
de
poder
como
Margaret
Tatcher,
quien
ejercio
su
cargo
durante
once
años
y
se
constituyó
una
de
las
principales
f
i
guras
del
neoliberalismo
(Carvalho,
2020).
REFERENCIAS
Alles,
S.
(2007)
“¿Hacia
la
consolidación
política?
Cambios
en
la
«estructura
de
oportunidades
electorales»
de
las
mujeres
en
Argentina.
América
Latina
Hoy.
Almeida,
J.
T.
(2015)
Análisis
de
la
participación
política
femenina
en
el
paradigma
del
Estado
democrático
de
derecho
brasileño.
Sufragio.
Revista del
Tribunal Regional Electoral de Ceará
,
1,
1.
Aristóteles.
(1997)
Política
.
Livro
III,
C.
5,
§
4º.
Civilização
Brasileira.
Badinter,
E.
(1986).
Um é o outro; relações entre
homens e mulheres
/
Elisabeth
Badinter;
tradução
Carlota
Gomes.
Nova
Fronteira.
Beauvoir,
S.
de.
1980
[1949].
O segundo sexo
.
Segunda
Edición.
Nova
Fronteira.
Becerra
Jiménez,
A.
y
Torres
Carrillo,
A.
(2006)
La
práctica investigativa en ciencias sociales.
DCS,
Departamento
de
Ciencias
Sociales.
UPN,
Universidad
Pedagogica
Nacional.
Biblia
(2008)
Génesis.
En
la
Biblia.
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