62
BURNOUT
Y
ENGAGEMENT
EN
EL
ANÁLISIS
ORGANIZACIONAL.
CONTRIBUCIONES
Y
DESAFÍOS
Roxana
Graciela
Marsollier
1
(Recibido
en
trial
2020,
aceptado
en
septiembre
2020)
1
Doctora
en
Educación,
Profesora
y
Licenciada
en
Ciencias
de
la
Educación
por
la
Universidad
Nacional
de
Cuyo.
Especialista
en
Educación
en
Ambiente
y
Desarrollo
Sustentable
por
la
Universidad
Nacional
del
Comahue.
Investigadora
Adjunta
del
Consejo
Nacional
de
Investigaciones
Científicas
y
Técnicas
CONICET.
ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-1972-1436
[email protected]
Resumen:
Este
ensayo
tiene
como
f
i
nalidad
re
f
l
exionar
sobre
los
constructos
burnout
y
engagement
,
entendidos
como
experiencias
que
permiten
comprender
las
dinámicas
de
las
personas
con
su
trabajo
y
su
impacto
en
las
organizaciones.
Se
realiza
un
recorrido
histórico
desde
el
nacimiento
del
estrés
y
el
síndrome
de
burnout
destacando
sus
principales
concepciones
y
líneas
de
investigación,
desde
la
mirada
tradicional
de
la
psicología.
Seguidamente,
se
estudia
el
surgimiento
del
engagement,
en
el
marco
de
la
psicología
positiva
y
su
in
f
l
uencia
a
nivel
organizacional.
Posteriormente,
se
analiza
la
relación
dialéctica
entre
burnout
y
engagement
,
tanto
a
nivel
teórico
–identi
f
i
cando
sus
principales
aportes
y
desafíos
a
la
investigación–,
como
en
sus
implicancias
prácticas
–en
tanto
contribuye
a
la
compresión
holística
de
las
organizaciones–.
Finalmente,
se
plantea
como
desafío
para
la
investigación
analizar
los
per
f
i
les
psicosociales
coexistentes
en
el
ámbito
ocupacional,
a
la
luz
de
factores
culturales
y
contextuales
propios
de
cada
organización.
Palabras clave:
estrés;
burnout; engagement
;
organizaciones
saludables;
psicología
positiva.
BURNOUT
AND
ENGAGEMENT
IN
ORGANIZATIONAL
ANALYSIS.
CONTRIBUTIONS
AND
CHALLENGES
Abstract:
This
essay
aims
to
investigate
the
burnout
and
engagement
constructs
as
experiences
to
understand
the
dynamics
of
people
with
the
job
and
their
impact
on
organizations.
Firstly,
a
historical
journey
is
exposed
from
the
emergence
of
the
notion
of
stress
and
the
burnout
syndrome
according
to
its
main
concepts
and
lines
of
research,
from
the
perspective
of
classical
psychology.
Next,
the
emergence
of
engagement
is
studied,
within
the
framework
of
positive
psychology
and
its
in
f
l
uence
on
organizations.
Finally,
the
dialectical
relationship
between
burnout
and
engagement
is
analyzed,
at
a
theoretical
level
–identifying
its
main
contributions
and
discussions–
and
its
practical
implications
–in
order
to
contribute
to
the
holistic
understanding
of
organizations–.
It
concludes
with
the
challenge
for
research,
to
analyze
the
coexisting
psychosocial
pro
f
i
les
in
the
workplace,
based
on
cultural
and
contextual
factors
speci
f
i
c
to
each
organization.
Keyword:
stress;
burnout;
engagement;
healthy
organizations;
positive
psychology
REVISTA PSICOLOGÍA Trial
Vo
lu
m
e
n
5,
008,
e
n
ero
a
j
uni
o
2021.
pp.
62
-
71.
Roxana
Graciela
Marsollier,
burnout
y
engagement
en
el
análisis
63
INTRODUCCIÓN
El
trabajo
es
salud,
decían
nuestros
abuelos.
Probablemente,
esta
visión
estaba
teñida
de
sus
propios
sueños
y
expectativas,
muchos
de
ellos
inmigrantes
europeos
que
buscaron
en
estas
tierras
latinoamericanas
un
futuro
promisorio.
Y
es
que
la
salud
es
requisito
indispensable
para
la
realización
del
trabajo,
sin
embargo,
no
solo
es
importante
el
bienestar
físico,
sino
también
mental
y
social,
lo
que
implica
que
la
salud
es
mucho
más
que
la
mera
ausencia
de
enfermedades
(OMS,
2014).
Cómo
mantener
la
salud
en
el
trabajo
ha
sido
una
preocupación
constante
de
los
investigadores
a
través
del
tiempo,
interés
que
ha
adquirido
mayor
relevancia
en
nuestros
días.
Primeramente,
los
estudios
se
centraron
en
identificar
los
procesos
que
influyen
negativamente
en
la
salud
física
y
psíquica
de
las
personas
como
consecuencia
de
los
distintos
riesgos
psicosociales
a
los
que
se
exponen
los
trabajadores
en
diferentes
organizaciones
(Gil
Monte,
2012;
Osorio
&
Cárdenas
Niño,
2017).
Investigaciones
más
recientes,
han
adoptado
una
perspectiva
positiva,
concentrando
sus
estudios
en
conocer
de
qué
manera
es
posible
mantenerse
motivado
y
comprometido
en
un
escenario
laboral
incierto
y
en
permanente
cambio
(Leiter
&
Maslach,
2017;
Salanova
&
Llorens,
2016).
Sin
embargo,
en
la
realidad
de
las
organizaciones,
trial
perspectivas
de
análisis,
lejos
de
excluirse
pueden
ofrecer
análisis
complementarios
que
buscan
comprender
de
qué
manera
en
un
mismo
contextopuedendesarrollarseexperiencias
positivas
y
negativas
en
relación
al
trabajo.
El
objetivo
del
presente
escrito
es
reflexionar
sobre
el
modelo
burnout-engagement
y
su
contribución
a
miradas
más
integrales
y
complejas
de
abordar
la
dinámica
de
las
personas
en
su
contexto
laboral.
Para
ello
efectuamos
una
reseña
desde
las
principales
concepciones
del
estrés
y
el
desgaste
profesional
hasta
la
noción
de
engagement
y
salud
organizacional.
Por
último,
se
concluye
sobre
la
necesidad
de
integración
teórica
y
práctica,
de
los
procesos
de
desgaste
y
compromiso
laboral,
como
experiencias
coexistentes,
propias
de
la
vida
de
las
organizaciones.
1.
Del
estrés
y
el
síndrome
de
burnout
Los
entornos
laborales
actuales
presentan
distintos
tipos
de
riesgos
psicosociales
que
amenazan
la
salud
y
calidad
de
vida
laboral
de
los
trabajadores,
siendo
el
estrés
y
el
desgaste
laboral,
algunas
de
sus
consecuencias
negativas
más
preocupantes
(Peiró,
2004).
Las
nociones
de
estrés
y
burnout
surgen
en
épocas
y
contextos
diferentes,
aunque
sus
investigaciones
se
desarrollan
hasta
la
actualidad,
por
representar
problemáticas
que
afectan
tanto
a
los
individuos
como
a
las
organizaciones.
1.1.
Sobre
la
noción
de
estrés
Al
pensar
en
el
malestar
en
el
trabajo,
probablemente,
la
primera
palabra
que
venga
a
la
mente
sea
“estrés”.
Esta
noción
remonta
sus
orígenes
a
más
de
ochenta
años
atrás,
en
la
década
del
’30.
En
aquel
entonces,
un
médico
de
origen
austríaco,
Hans
Selye,
investigador
de
la
Universidad
de
Montreal,
utiliza
el
término
estrés
o
síndrome
de
adaptación
generalizada,
para
designar
un
conjunto
de
síntomas
similares
(nerviosismo,
ansiedad,
etc.)
que
declaraban
pacientes
con
diversas
dolencias
(Selye,
1936).
Etimológicamente,
el
término
estrés
proviene
del
griego
stringere
(ceñir,
atar
fuerte);
vocablo
que
origina
en
inglés
la
palabra
stress
(presionar,
apretar),
lo
que
significa
en
su
voz
pasiva,
sentirse
presionado,
apretado,
restringido.
En
la
evolución
del
estudio
del
estrés,
han
surgido
distintas
perspectivas
de
análisis,
que
trial
de
manifiesto
diferentes
concepciones
del
estrés,
entendiéndolocomoestímulo,respuestao
transacción.
En
tanto
estímulo,
el
estrés
se
centra
en
identificar
aquellos
factores
externos
que
actúan
como
estresores
(por
ejemplo,
sobrecarga
de
trabajo,
conflicto
de
rol,
etc.),
los
que
ejercen
presión
física
o
emocional
sobre
la
persona,
de
manera
temporal
o
permanente,
causando
como
consecuencia
el
desequilibrio
con
el
entorno
(Melgosa,
2006).
Entendido
como
respuesta,
los
estudios
del
estrés
subrayan
las
consecuencias
que
tienen
los
estresores
en
las
personas,
ya
sean
fisiológicas
(sudoración,
palpitaciones,
etc.),
psicológicas
(ansiedad,
angustia,
agotamiento,
etc.)
o
conductuales
(absentismo,
baja
eficacia,
etc.).
Cabe
señalar
que
la
situación
de
Volumen
5,
N
°
008,
trial
a
junio
2021.
pp.
62
-
71
.
64
estrés
no
siempre
genera
una
respuesta
negativa,
sino
que
también
puede
dar
lugar
a
una
respuesta
positiva
de
carácter
adaptativo;
lo
que
permite
distinguir
entre
distrés
(prefijo
dis
del
griego;
malo,
incorrecto)
y
eustrés
(prefijo
eu
del
griego;
bueno,
correcto),
respectivamente
(Zavala,
2008).
Por
último,
el
estrés
como
transacción,
se
centra
en
analizar
la
dinámica
que
surge
de
la
interacción
entre
la
persona
y
el
ambiente
(Salanova,
et
al.,
2009).
Desde
esta
concepción,
el
estrés
nace
cuando
la
persona
siente
que
sus
recursos
de
afrontamiento
son
insuficientes
para
enfrentar
las
demandas
del
entorno
(Lazarus
&
Folkman,
1986).
Se
entiende
por
estrategias
de
afrontamiento
aquellas
conductas
o
pensamientos
que
las
personas
utilizan
para
hacer
frente
a
las
situaciones
que
les
resultan
demandantes
(Lazarus,
2000).
En
este
sentido,
las
personas
se
esfuerzan
en
afrontar
cognitiva
y
conductualmente
aquellas
demandas
internas
y
externas
ocasionadas
por
la
aparición
de
distintos
estresores,
a
fin
de
poder
recuperar
el
equilibrio
perdido
con
el
ambiente
(Delgadillo
Castillo,
Barradas
Alarcón
&
Mora
Ramón,
2018).
Esto
es
posible
cuando
predominan
las
estrategias
centradas
en
la
acción,
las
que
permiten
ver
qué
es
lo
que
está
ocurriendo,
cuál
es
el
problema
y
cómo
solucionarlo;
sin
embargo,
cuando
las
personas
se
sienten
incapaces
de
afrontar
la
situación
prevalecen
las
estrategias
centradas
en
controlar
las
emociones
(evitación,
distanciamiento,
etc.)
y
el
estrés
se
intensifica
(Naranjo,
2009).
1.2.
Sobre
el
burnout
o
desgaste
profesional
Cuatro
décadas
después
del
surgimiento
del
estrés,
aparece
otro
concepto
de
gran
relevancia
en
el
campo
de
la
psicología
ocupacional:
el
síndrome
de
burnout
o
desgaste
profesional.
A
mediados
de
los
años
‘70,
un
psiquiatra
neoyorkino,
Herberg
Freudenberger
(1974)
utilizó
por
primera
vez
el
término
burnout
para
identificar
un
cuadro
de
falta
de
motivación,
apatía
y
frustración
profunda
en
que
caían
quienes
trabajaban
en
una
clínica
de
toxicómanos.
El
vocablo,
proviene
del
inglés
burn out
(consumirse,
apagarse),
que
significa
estar
quemado;
de
allí
que
en
el
contexto
iberoamericano
se
lo
identifique
como
síndrome
del
quemado
o
síndrome
de
quemarse
por
el
trabajo
(SQT)
(Gil
Monte,
2003).
A
partir
de
los
años
’80,
las
investigaciones
de
Cristina
Maslach
y
su
equipo,
desarrollan
la
noción
de
burnout
como
un
proceso
que
poco
a
poco,
va
socavando
las
reservas
físicas
y
emocionales
de
la
persona,
lo
que
genera
altos
niveles
de
cansancio
emocional
y
despersonalización,
acompañados
de
un
sentimiento
de
escasa
realización
personal
(Maslach
&
Jackson,
1986).
Específicamente,
el
síndrome
de
burnout
comenzó
a
analizarse
en
profesiones
de
ayuda,
sin
embargo,
pronto
se
extendió
a
otros
campos
ocupacionales,
razón
por
la
que
sus
dimensiones
se
ajustaron
al
elevado
cansancio
emocional
y
cinismo,
además
de
un
sentimiento
de
baja
eficacia
profesional
(Maslach,
Jackson
&
Leiter,
1996).
Consecuentemente,
la
investigación
lo
llevó
a
estudiarse
en
otros
ámbitos
de
la
vida,
como
el
deporte,
el
mundo
de
los
negocios,
el
activismo
político,
el
voluntariado,
el
estudiantado
o
incluso
al
interior
de
la
familia
(Maslach
&
Schaufeli,
2017).
El
cansancio
emocional
es
la
dimensión
individual
del
síndrome
y
se
manifiesta
como
un
agotamiento
físico
y
emocional
extremo,
que
hace
que
la
persona
se
sienta
sobre-exigida
y
desbordada
por
la
situación.
El
cinismo,
por
su
parte,
se
manifiesta
en
el
campo
interpersonal
como
una
respuesta
insensible
y
negativa
al
trabajo
(Maslach,
2009).
Así,
el
cinismo
pone
en
evidencia
la
desvalorización
y
el
autosabotaje
en
relación
con
el
valor
del
propio
trabajo
y
también,
con
la
organización
(Moreno
Jiménez,
Rodríguez
&
Escobar,
2001).
Estudios
más
recientes,
hablan
de
distancia
mental,
incluyendo
en
ella
tanto
al
cinismo
–alejamiento
del
propio
trabajo–
como
a
la
despersonalización
–actitud
distante
hacia
las
personas
con
las
cuáles
se
comparte
el
trabajo
cotidiano–
(Salanova
&
Llorens,
2011).
Tanto
el
cansancio
emocional
como
el
cinismo
o
despersonalización,
constituyen
las
dimensiones
más
importantes
del
burnout,
conocidas
desde
sus
orígenes
como
el
corazón
del
síndrome
(Maslach
&
Jackson,
1986).
Por
su
parte,
el
sentimiento
de
ineficacia
profesional
surge
como
consecuencia
de
los
elevados
niveles
de
cansancio
emocional
y
cinismo,
a
partir
de
la
autoevaluación
negativa
del
propio
desempeño,
por
no
confiar
en
las
habilidades
y
recursos
personales
para
realizar
el
trabajo
de
manera
adecuada
(Salanova
&
Llorens,
2011).
Roxana
Graciela
Marsollier,
burnout
y
engagement
en
el
análisis
65
La
investigación
sobre
el
burnout
constituye
una
necesidad
social
de
nuestro
tiempo
ya
que
ha
sido
considerado
como
producto
del
agitado
ritmo
de
la
vida
actual
(Salanova
&
Llorens,
2011).
Para
Cherniss
(1980),
la
sobrevaloración
del
éxito
y
la
productividad,
en
desmedro
de
la
persona
humana,
generaron
un
contexto
propicio
para
el
surgimiento
y
desarrollo
del
burnout
.
Tal
es
así,
que
este
síndrome
es
considerado
a
nivel
mundial
como
uno
de
los
daños
psicosociales
más
graves
de
nuestro
tiempo
(Salanova,
2006).
Por
otra
parte,
al
encontrar
evidencia
empírica
sobre
este
flagelo
en
distintas
sociedades,
ha
sido
considerado
como
un
fenómeno
transcultural
(Gil
Monte,
2007;
Salanova
&
Llorens,
2008).
Ello,
ha
potenciado
el
estudio
del
síndrome,
buscando
conocer
posibles
cambios
en
su
estructura
debido
a
los
valores
sociales
y
culturales
propios
de
cada
contexto
(Moreno
Jiménez,
et
al.,
2003).
De
hecho,
el
MaslachBurnoutInventory
(Maslach
&
Jackson,
1986;
Maslach,
Jackson
&
Leiter,
1996),
en
sus
distintas
versiones,
traducciones
y
adaptaciones,
es
el
instrumento
más
utilizado
en
la
medición
del
síndrome,
lo
cual
ha
facilitado
el
trabajo
comparativo
a
nivel
internacional.
Sin
embargo,
algunos
estudios
advierten
sobre
el
riesgo
de
no
contemplar
integralmente
aquellos
factores
propios
de
cada
contexto
que
pueden
influir
en
los
procesos
de
malestar
laboral,
especialmente
cuando
nos
referimos
a
la
realidad
latinoamericana
(Díaz
Bambula
&
Gómez,
2016).
A
esto
se
suma,
la
necesidad
de
analizar
el
sentido,
significado
y
función
que
el
trabajo
adquiere
en
cada
contexto
socio-cultural
(Bendassolli
&
Guedes
Gondim,
2013).
2.
Desde
el
modelo
clásico
a
un
enfoque
salugénico
En
los
años
‘90,
la
psicología
positiva
comienza
a
ganar
terreno
en
el
campo
de
las
investigaciones
psicosociales
sobre
los
contextos
de
trabajo.
Hasta
entonces,
los
estudios
clásicos
se
centraban
principalmente
en
las
carencias
humanas
y
su
posible
recuperación,
abordando
problemáticas
tales
como
el
estrés,
las
disfuncionalidades
o
patologías,
el
burnout
,
entre
otros
aspectos.
Prontamente,
la
psicología
positiva,
crece
en
el
estudio
de
constructos
centrados
en
el
bienestar
y
la
salud
de
las
personas
(Castro
Solano,
2010).
En
el
marco
de
este
enfoque
salugénico,
surgen
nociones
de
gran
relevancia
teórica
y
práctica,
en
el
estudio
del
comportamiento
organizacional,
tales
como
el
engagement
y
las
organizaciones
saludables
(Salanova,
2009;
Schaufeli,
2013).
2.1.
El
nacimiento
de
la
Psicología
Positiva
Con
el
surgimiento
de
la
psicología
positiva
se
produce
un
cambio
de
paradigma,
el
eje
de
análisis
se
modifica
y
comienza
a
ponerse
énfasis
en
los
aspectos
positivos
que
permiten
fomentar
el
desarrollo
de
las
potencialidades
humanas
(Seligman
&
Csikszentmihalyi,
2000).
Pensar
más
allá
de
los
riesgos
psicosociales
en
el
trabajo,
teniendo
como
meta
potenciar
las
fortalezas
de
los
empleados
llevará
consecuentemente
a
optimizar
el
funcionamiento
de
las
organizaciones
(Salanova
&
Schaufeli,
2004).
De
esta
manera,
empieza
a
promoverse
la
salud
en
el
trabajo
y
las
investigaciones
buscan
indagar
cómo
influyen
los
factores
positivos
(fortalezas,
virtudes,
recursos
personales)
como
protectores
frente
a
los
riesgos
laborales
(Bakker
&
Rodríguez
Muñoz,
2012).
Cabe
señalar
que,
si
bien
este
planteo
es
relativamente
reciente,
sus
bases
ya
se
gestaban
en
la
psicología
humanista
de
Carl
Rogers
y
en
la
teoría
de
la
motivación
humana
de
Abraham
Maslow.
Posteriormente,
estudios
sobre
resiliencia,
inteligencia
emocional,
bienestar
psicológico,
etc.
fueron
importantes
elementos
que
anticiparon
la
psicología
positiva
y
hoy
forman
pilares
fundamentales
de
la
misma.
En
el
desarrollo
de
la
psicología
positiva
es
posible
identificar
dos
momentos
a
partir
del
énfasis
de
sus
investigaciones.
La
llamada
primera
ola,
presente
en
los
estudios
iniciales,
polariza
la
investigación
buscando
conocer
la
causa
de
la
salud
en
las
organizaciones
y
cómo
potenciar
el
desarrollo
de
aspectos
positivos
vinculados
al
trabajo,
tales
como
el
compromiso
laboral,
el
bienestar
psicológico,
etc.
(Bakker,
Rodríguez-Muñoz,
&
Derks,
2012;
Seligman
&
Csikszentmihalyi,
2000).
La
segunda
ola
de
investigaciones
en
psicología
positiva,
presenta
una
perspectiva
más
holística
de
comprensión
de
la
problemática
ocupacional.
Volumen
5,
N
°
008,
trial
a
junio
2021.
pp.
62
-
71
.
66
Parte
de
la
noción
de
que
el
malestar
y
el
bienestar
en
el
trabajo,
no
son
dos
extremos
de
una
misma
realidad,
sino
que
representan
dimensiones
de
funcionamiento
diferentes
(Keyes,
2007).
El
bienestar
y
malestar
en
el
trabajo,
son
vivencias
que
pueden
estar
presentes
en
un
mismo
momento
en
las
organizaciones
y,
además,
ser
co-dependientes,
lo
que
implica
que
una
situación
de
bienestar
puede
involucrar
componentes
negativos
y
viceversa
(Lomas
&
Ivtzan,
2016).
Al
respecto,
Wong
(2012)
sugiere
un
modelo
de
sistemas
duales,
que
permite
efectuar
un
análisis
integral,
considerando
tanto
los
aspectos
positivos
como
negativos,
que
representan
la
lucha
del
hombre
por
alcanzar
sus
objetivos,
a
la
vez
que
intenta
superar
sus
limitaciones.
Ello
implica
para
la
psicología
ocupacional
una
perspectiva
integral
de
análisis,
no
sólo
el
abordaje
del
estrés,
burnout o mobbing
,
sino
también
de
aquellos
procesos
positivos
tales
como
engagement, flow
o
la
felicidad
en
el
trabajo
(Salanova,
et
al.,
2009;
Salanova
&
Llorens,
2016).
2.2.
Sobre
el
engagement
o
compromiso
laboral
En
el
marco
de
la
psicología
positiva
nace
la
noción
de
engagement
,
planteada
en
sus
inicios
como
el
polo
positivo
del
burnout,
su
opuesto
a
nivel
teórico,
caracterizado
por
energía,
implicación
y
eficacia,
las
antípodas
directas
de
las
dimensiones
del
burnout
(Maslach
&
Leiter,
1997).
Sin
embargo,
la
investigación
desarrollada
posteriormente
trae
aparejado
el
reconocimiento
de
un
constructo
diferenciado
de
gran
relevancia
tanto
para
los
trabajadores
como
para
las
organizaciones.
Así,
el
engagement
se
establece
como
una
construcción
psicológica
distinta,
centrada
en
los
aspectos
positivos,
lo
que
merece
tanto
atención
teórica
como
práctica,
igual
que
otros
constructos
establecidos
previamente
(Bakker,
Albrecht
&
Leiter,
2011;
Schaufeli
2013).
El
engagement
es
definido
como
un
estado
mental
positivo
que
se
manifiesta
en
niveles
elevados
de
vigor,
dedicación
y
absorción
mientras
se
trabaja
(Schaufeli,
et
al.,
2002).
El
vigor
es
la
energía
y
activación
mental
que
genera
predisposición
y
persistencia,
lo
que
hace
que
no
se
escatime
ni
esfuerzo
ni
tiempo
en
la
tarea.
Asimismo,
la
dedicación,
refiere
al
entusiasmo
y
la
alta
implicación
que
comporta
una
tarea
que
es
estimada
valiosa
en
misma.
Finalmente,
la
tercera
dimensión
es
la
absorción,
e
indica
la
capacidad
de
concentración
mientras
se
realiza
una
actividad,
lo
que
hace
que
el
tiempo
pase
sin
tomar
noción
de
ello
(Salanova,
et
al.,
2000).
En
otros
términos,
los
empleados
engaged
son
personas
altamente
motivadas
que
realizan
su
tarea
con
altos
niveles
de
placer
y
activación
(Bakker
&
Oerlemans,
2011).
Esto
lleva
a
identificar
al
engagement
con
una
vinculación
psicológica
positiva
y
relativamente
estable
de
la
persona
con
su
trabajo
(Salanova,
Bresó
&
Schaufeli,
2005).
Estudios
posteriores,
demuestran
que
el
nivel
de
engagement
también
puede
variar
día
a
día
e
incluso
en
una
misma
jornada
de
trabajo,
según
la
influencia
de
distintos
factores
como,
por
ejemplo,
las
características
de
la
tarea
(Sonnetang
&
Kühnel,
2016).
El
modelo
de
recursos
y
demandas
laborales,
es
el
más
utilizado
en
el
estudio
del
compromiso
laboral.
Las
investigaciones
al
respecto
confirman
ampliamente
que
el
engagement
se
encuentra
asociado
a
los
recursos
laborales
(autonomía
en
el
trabajo,
reconocimiento,
supervisión)
y
a
los
recursos
personales
(optimismo,
autoeficacia,
autoestima)
(Bakker,
et
al,
2008).
Otros
estudios,
señalan
la
congruencia
de
valores,
el
apoyo
organizativo
percibido
y
las
autoevaluaciones
positivas,
entre
los
factores
más
importantes
que
predicen
el
compromiso
(Rich,
Lepine
&
Crawford,
2010).
Las
buenas
relaciones
con
los
compañeros
y
el
reconocimiento
en
el
desempeño,
también
favorecen
el
desarrollo
del
compromiso
laboral
(Bakker,
Demerouti
&
Xanthopoulou,
2011).
Es
así
como
ante
situaciones
altamente
demandantes,
los
empleados
que
cuentan
con
recursos
laborales
y
personales,
despliegan
todo
su
potencial,
se
sienten
motivados
para
aprender
y
llevar
al
máximo
sus
habilidades
(Bakker
&
Schaufeli,
2015).
De
esta
trial,
se
genera
Roxana
Graciela
Marsollier,
burnout
y
engagement
en
el
análisis
67
un
espiral
de
ganancia
positiva,
ya
que
empleados
comprometidos,
mejoran
su
desempeño
y
crean
sus
propios
recursos,
lo
que
mantiene
su
motivación
en
el
trabajo,
iniciando
nuevamente
el
ciclo
(Bakker
&
Demerouti,
2008).
2.3.
El
desafío
de
las
organizaciones
saludables
La
persona,
su
grupo
y
la
organización
son
elementos
en
constante
interacción,
lo
que
permite
conocer
y
comprender
el
trabajo
desde
una
concepción
dinámica.
En
este
sentido,
más
allá
de
superar
los
riesgos
psicosociales
en
el
trabajo,
el
compromiso
laboral
puede
marcar
una
verdadera
diferencia
para
los
empleados
y
puede
ofrecer
a
las
organizaciones
una
ventaja
competitiva
(Bakker,
et
al.,
2008).
Asimismo,
los
empleados
fuertemente
comprometidos
con
su
tarea
generan
en
el
seno
de
sus
equipos
de
trabajo
una
sinergia
positiva
que
extiende
el
engagement
a
nivel
colectivo
(Acosta,
Salanova
&
Llorens,
2011).
Eldesempeñoóptimodelosempleados
comprometidos
con
su
tarea,
se
verá
reflejado
en
la
organización
mediante
el
desarrollo
de
prácticas
saludables
(Acosta,
et
al.,
2013).
A
su
vez,
empleados
comprometidos
y
prácticas
saludables,
conducen
a
las
organizaciones
a
cumplir
sus
objetivos
con
calidad
y
eficiencia
(Salanova,
Llorens
&
Martínez,
2016).
De
esta
manera,
es
posible
alcanzar
el
desarrollo
de
organizaciones
saludables,
concepto
integrador
que
abarca
tanto
la
salud
laboral
de
los
empleados,
como
las
prácticas
saludables
de
recursos
humanos
y
el
desarrollo
organizacional
(Salanova,
2008).
Finalmente,
la
construcción
de
organizaciones
saludables
impulsará
el
desarrollo
de
sociedades
saludables
(Di
Fabio,
2017).
Si
bien
la
investigación
sobre
organizaciones
saludables
es
aún
incipiente,
se
ha
demostrado
que
algunas
prácticas
saludables
han
favorecido
desarrollo
del
engagement
de
los
empleados.
Entre
dichas
prácticas
se
encuentran
los
programas
destinados
a
mejorar
la
salud
psicosocial,
aumentar
las
oportunidades
de
capacitación
y
de
promoción
al
interior
de
la
empresa
(Acosta,
et
al.,
2013),
así
como
aquellas
que
contribuyen
a
fortalecer
las
relaciones
positivas
y
la
confianza
en
el
trabajo
en
equipo
(Acosta,
et
al.,
2019;
Di
Fabio,
2016).
3.
El
modelo
burnout
engagement
:
de
la
teoría
a
la
realidad
La
relación
entre
burnout-engagement
ha
sido
ampliamente
debatida
por
los
teóricos
del
tema,
encontrándose
distintas
perspectivas
de
análisis
basadas
en
investigaciones
empíricas,
sin
embargo,
los
estudios
al
respecto
aún
no
son
concluyentes
(Taris,
Ybema
&
van
Beek,
2017).
No
obstante,
pueden
observarse
dos
tendencias
de
investigación
al
respecto:
una
los
considera
constructos
complementarios
y
la
otra,
experiencias
independientes.
Para
Maslach
y
Leiter
(2008)
burnouty
engagement
representan
los
dos
extremos
de
un
mismo
continuum
,
que
va
desde
experiencias
negativas
que
favorecen
el
burnout
hasta
las
vivencias
positivas
de
engagement
,
que
representan
un
objetivo
a
alcanzar,
en
su
otro
extremo.
Leiter
y
Maslach
(2017)
afirman
que
el
engagement
parece
ser
algo
redundante,
ya
que
está
relacionado
negativamente
con
el
cansancio
emocional,
aunque
reconocen
que
también,
posee
otras
relaciones
únicas
que
lo
hacen
real.
Entonces,
es
a
partir
de
las
experiencias
que
tienen
las
personas
en
contextos
y
situaciones
laborales
diferentes,
como
se
van
configurando
distintos
perfiles
laborales,
lo
que
indica
que
no
todas
las
personas
manifiestan
o
desarrollan
de
igual
forma
los
procesos
de
desgaste
(Mäkikangas
&
Kinnunen,
2016).
Desde
este
análisis
centrado
en
la
persona,
es
posible
identificar
cinco
perfiles
latentes
que
pueden
manifestarse
entre
las
experiencias
extremas
de
burnout
y
engagement
:
a)
agotado,
que
es
el
caso
típico
de
burnout
;
b)
sobreexigido,
cuya
característica
predominante
es
el
excesivo
agotamiento
psicofísico;
c)
desinteresado,
perfil
que
emerge
ante
el
predominio
del
cinismo;
d)
ineficiente,
cuyo
rasgo
distintivo
es
la
falta
de
eficacia
profesional;
y
e)
perfil
comprometido,
que
surge
del
predominio
del
engagement
(Leiter
&
Maslach,
2016).
La
segunda
tendencia
en
investigación,
enfatiza
la
independencia
de
trial
constructos
ya
que,
Volumen
5,
N
°
008,
enero
a
junio
2021.
pp.
62
-
71
.
68
si
bien
la
noción
de
engagement
surge
como
el
opuesto
teórico
del
burnout,
es
mucho
más
que
eso.
En
otros
términos,
estar
comprometido
es
algo
más
que
no
estar
desgastado
por
el
trabajo
(Salanova
&
Schaufeli,
2005).
La
idea
es
por
demás
interesante,
entendiendo
que
se
trata
de
procesos,
de
construcciones
personales
de
alta
implicancia
tanto
a
nivel
grupal
como
organizacional.
Desde
este
punto
de
vista,
burnout
y
engagement
son
entendidos
como
estados
mentales
independientes
que
correlacionan
negativamente,
presentando
causas
y
consecuencias
diferenciadas
(Schaufeli
&
Bakker,
2004).
Así,
las
experiencias
positivas
van
afianzando
el
sentimiento
de
competencia
en
el
trabajo
y
la
confianza
en
mismo,
mientras
que
las
negativas
operan
en
sentido
contrario.
De
esta
forma,
la
autoconfianza
tendrá
una
dirección
espiralada
que
bien
posee
un
sentido
negativo
hacia
el
burnout
o
positivo
tendiente
el
engagement
.
(Salanova,
Bresó
&
Schaufeli,
2005).
En
síntesis,
burnout
y
engagement
,
son
opuestos
en
teoría,
pero
dos
experiencias
diferentes
que
conviven
en
la
dinámica
de
la
vida
cotidiana
organizacional,
y
que
simplemente,
muestran
la
compleja
e
indeterminada
manera
en
que
el
hombre
se
vincula
al
trabajo.
Esto,
lleva
a
algunos
investigadores
a
concluir
que,
ambos
constructos
no
son
opuestos
entre
sí,
pero
tampoco
podrían
considerarse
completamente
independientes
(Leiter
&
Maslach,
2017).
Esto
significa
que,
desde
una
perspectiva
dialéctica,
los
dos
procesos
pueden
entenderse
como
construcciones
interdependientes,
ya
que
ambas
fuerzas
influyen
en
los
comportamientos
de
las
personas
(León,
Halbesleben
&
Paustian-
Underdahl,
2015).
Así,
se
postula
una
relación
dinámica
entre
estas
dos
experiencias,
entendidas
como
una
unidad
dual
(Schaufeli
&
White,
2017).
CONCLUSIONES
En
estas
páginas
se
han
revisado
algunas
de
las
principales
nociones
que
actualmente
se
hallan
ligadas
tanto
al
malestar
como
al
bienestar
de
las
personas
en
el
trabajo
y
su
influencia
en
las
organizaciones.
Primeramente,
se
analizó
el
surgimiento
del
estrés
y
del
síndrome
de
burnout,
que
representan
las
problemáticas
más
críticas
en
cuanto
riesgos
psicosociales
en
el
ámbito
laboral,
por
sus
consecuencias
devastadoras
para
la
salud
psicofísica
de
las
personas.
Ambas
experiencias
negativas,
son
ampliamente
investigadas,
buscando
conocer
sus
posibles
causas
y
consecuencias
a
fin
de
prevenirlas
y/o
superarlas.
Por
otra
parte,
y
desde
el
marco
de
la
psicología
positiva,
que
se
centra
en
el
estudio
de
las
fortalezas
individuales
y
desarrollo
organizacional,
se
analizó
la
noción
de
engagement
que
identifica
la
experiencia
personal
de
sentirse
vinculado
positivamente
con
el
trabajo,
lo
que
impacta
favorablemente
en
la
salud
organizacional.
Uno
de
los
modelos
de
análisis
ocupacional
que
unifica
ambas
perspectivas,
reúne
los
constructos
burnout
y
engagement
,
contemplando
así
el
estudio
de
vivencias
tanto
negativas
como
positivas
asociadas
al
trabajo.
Ambas
experiencias,
entendidas
desde
una
perspectiva
dialéctica,
posibilitan
una
mirada
integral
de
la
organización,
a
la
vez
que
abren
la
puerta
para
sumar
otros
factores
que
pueden
estar
asociados
al
bienestar
o
malestar
laboral
y
que
otorgan
diversos
matices
a
la
funcionalidad
del
modelo,
según
la
estructura
organizativa
y
el
contexto
socio-cultural.
Este
último
aspecto
es
importante,
considerando
que
el
mercado
laboral
latinoamericano
se
encuentra
cruzado
por
variables
contextuales
tales
como
la
pobreza,
la
heterogeneidad,
la
desigualdad
social,
la
inestabilidad
laboral
e
informalidad
de
los
puestos
de
trabajo,
entre
otros
aspectos.
Estos
contextos
no
sólo
presentan
un
complejo
escenario
para
la
investigación,
sino
la
necesidad
y
urgencia
de
ser
investigados
en
profundidad
para
mejorar
la
calidad
de
vida
de
la
fuerza
laboral.
La
relación
del
hombre
con
su
trabajo
es
compleja,
así
como
las
organizaciones
en
mismas
también
lo
son,
fruto
de
múltiples
interacciones,
y
por
ello,
no
se
presentan
en
términos
de
salud
o
enfermedad.
Lo
patológico,
lo
normal,
lo
saludable,
coexiste
en
las
organizaciones.
De
hecho,
una
misma
persona
puede
pasar
en
el
transcurso
de
su
vida
laboral
por
distintos
momentos,
más
cercanos
al
desgaste,
más
allegados
al
compromiso.
Así,
el
modelo
burnout
Roxana
Graciela
Marsollier,
burnout
y
engagement
en
el
análisis
69
engagement
permite
identificar
distintos
perfiles
con
predominio
de
una
u
otra
experiencia,
que
tampoco
son
puros,
sino
que
pueden
adquirir
diversos
matices
según
sean
los
recursos
personales,
del
grupo
o
de
la
misma
organización.
En
otros
términos,
las
personas
no
presentan
perfiles
totalmente
quemados
ni
absolutamente
comprometidos;
tampoco
las
organizaciones
son
enteramente
tóxicas
o
puramente
saludables.
Cada
organización
constituye
una
realidad
única
e
irrepetible,
al
igual
que
las
personas
que
las
componen
guardan
una
singularidad
propia.
Es
necesario
comprenderlas
desde
la
diversidad
de
recursos,
demandas
y
experiencias
que
presenta
su
dinámica
vital,
ya
que
sólo
desde
esa
realidad,
única
e
irrepetible,
es
posible
gestar
los
procesos
de
cambio,
mejora
y
transformación.
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